"Deseo que durante estos
nueve días encamines almas hasta el manantial de Mi misericordia,
para que encuentren allí la fortaleza, el refugio y toda
aquella gracia que necesiten en las penalidades de la vida, y
especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás
a Mi corazón un grupo de almas diferentes y las sumergirás
en el océano de Mi misericordia y Yo conduciré
todas esas almas a la mansión de Mi Padre... Todos los
días implorarás a Mi Padre gracias para esas almas
en atención a los méritos de mi amarga Pasión."
Del diario de
sor Faustina
DÍAS:
1 | 2 | 3
| 4 | 5 | 6
| 7 | 8 | 9
DÍA PRIMERO
Por todo el género
humano,
especialmente por los pecadores
Misericordiosísimo Jesús,
cuya prerrogativa es tener compasión de nosotros y perdonarnos,
no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos
en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu Piadosísimo
Corazón y no permitas que salgamos jamás de él.
Te lo pedimos por el amor que te une al Padre y al Espíritu
Santo.
Padre Eterno, vuelve Tu compasiva
mirada hacia todo el género humano y en especial hacia
los pecadores, todos unidos en el Piadosísimo Corazón
de Jesús. Por los méritos de Su Pasión,
muéstranos Tu misericordia, para que alabemos la omnipotencia
de Tu misericordia, por los siglos de los siglos. Amen.
Terminar con la corona de
la divina misericordia.
CORONA
DE LA DIVINA MISERICORDIA
- Comenzar con un Padrenuestro,
Ave María y Credo, y luego, con la ayuda de las cuentas
de un rosario:
- Al inicio de cada decena
decir:
"Padre Eterno, te ofrezco
el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo
Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación de
nuestros pecados y los del mundo entero."
- En cada cuenta pequeña
de las decenas decir:
"Por su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero."
- Al terminar las cinco decenas,
repetir tres veces:
"Santo Dios, Santo
Fuerte, Santo Inmortal, Ten misericordia de nosotros y del mundo
entero".
Jaculatoria final: "Oh
sangre y agua que brotasteis del Corazón de Jesús
como una fuente de misericordia para nosotros, en Vos confío".
Se puede concluir la corona
con el rezo de la Salve.
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DÍA SEGUNDO
Por las almas de los sacerdotes
y religiosos
Misericordiosísimo Jesús,
de quien procede toda bondad, multiplica Tus gracias sobre las
religiosas consagradas a Tu servicio, para que puedan hacer obras
dignas de misericordia; y que todos aquellos que la vean, glorifiquen
al Padre de Misericordia que está en el cielo.
Padre Eterno, vuelve Tu mirada
misericordiosa hacia el grupo elegido de Tu viña (hacia
las almas de sacerdotes y religiosos); dótalos con la
fortaleza de Tus bendiciones. Por el amor del Corazón
de Tu Hijo, en el cual están unidos, impárteles
Tu poder y Tu luz, para que guíen a otros en el camino
de la salvación y con una sola voz canten alabanzas a
tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA TERCERO
Por todas las almas devotas y
fieles
Misericordiosísimo Jesús,
del tesoro de Tu misericordia distribuye Tus gracias a raudales
entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno
de Tu Compasivísimo Corazón y no permitas que salgamos
nunca. Te imploramos esta gracia en virtud del más excelso
de los amores; aquel con el que Tu corazón arde tan fervorosamente
por el Padre Celestial.
Padre Eterno, vuelve Tu piadosa
mirada hacia las almas fieles, pues que guardan el legado de
Tu Hijo. Por los méritos y dolores de Su Pasión,
concédeles Tu bendición y tenlos siempre bajo Tu
tutela. Que nunca claudiquen su amor o pierdan el tesoro de nuestra
santa fe, sino que, con todos los Ángeles y Santos, glorifiquen
tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA CUARTO
Por los que no creen y todavía
no
conocen la Divina Misericordia.
Piadosísimo Jesús,
Tú que eres Luz del género humano, recibe en la
morada de Tu corazón lleno de compasión, las almas
de aquellos que todavía no creen en Ti, o que no te conocen.
Que los rayos de Tu gracia los iluminen para que también,
unidos a nosotros, ensalcen tu maravillosa misericordia, y no
los dejes salir de la morada de Tu corazón desbordante
de piedad.
Padre Eterno, vuelve Tu piadosa
mirada a las almas de aquellos que no creen en Tu Hijo, y a las
de aquellos que todavía no te conocen, pero anidan en
el Compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalos
a la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad
que es amarte. Concédeles que también ellos ensalcen
la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA QUINTO
Por las almas de
nuestros
hermanos separados
Misericordiosísimo Jesús,
que eres la Bondad misma, no niegues la luz a aquellos que Te
buscan. Recibe en el seno de Tu Corazón desbordante de
piedad las almas de nuestros hermanos separados. Encamínalos,
con la ayuda de Tu luz, a la unidad de la Iglesia, y no los dejes
marchar del cobijo de Tu Compasivo Corazón, todo amor;
haz que también ellos lleguen a glorificar la generosidad
de tu misericordia.
Padre Eterno, vuelve Tu piadosa
mirada hacia las almas de nuestros hermanos separados, especialmente
hacia las almas de aquellos que han malgastado Tus bendiciones
y abusado de Tus gracias, manteniéndose obstinadamente
en el error. También a ellos da cobijo el Corazón
misericordioso de Jesús; no mires sus errores, sino el
amor de Tu Hijo y los dolores de la Pasión que sufrió
y que aceptó por su bien. Haz que glorifiquen Tu gran
Misericordia por los siglos de los siglos. Amen.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA SEXTO
Por las almas mansas
y humildes
y las de los niños pequeños
Misericordiosísimo Jesús
que dijiste: "aprended de Mí, que soy manso y humilde
de corazón", acoge en Tu Corazón desbordante
de piedad a todas las almas mansas y humildes, y las de los niños
pequeños. Estas almas son la delicia de las regiones celestiales
y las preferidas del Padre Eterno, pues se recrea en ellas muy
particularmente. Son como un ramillete de florecillas que despidieran
su perfume ante el trono de Dios. El mismo Dios se embriaga con
su fragancia. Ellas encuentran abrigo en Tu Piadosísimo
Corazón, oh Jesús y entonan incesantemente himnos
de amor y de gloria.
Padre Eterno, vuelve Tu mirada
llena de misericordia hacía estas almas mansas, hacia
estas almas humildes y hacia los niños pequeños
acurrucados en el seno del corazón desbordante de piedad
de Jesús. Estas almas se asemejan más a Tu Hijo.
Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar Tu Trono,
Señor. Padre de misericordia y bondad suma, Te suplico,
por el amor que Te inspiran estas almas y el gozo que Te proporcionan:
bendice a todo el género humano, para que todas las almas
a la par entonen las alabanzas que a Tu misericordia se deben
por los siglos de los siglos. Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA SÉPTIMO
Por las almas que
veneran
especialmente la Misericordia Divina
Misericordiosísimo
Jesús, cuyo Corazón es el Amor mismo, recibe en
Tu Corazón piadosísimo las almas de aquellos que
de una manera especial alaban y honran la grandeza de Tu misericordia.
Son poderosas con el poder de Dios mismo. En medio de las dificultades
y aflicciones siguen adelante, confiadas en Tu misericordia;
y unidas a Ti, oh Jesús, portan sobre sus hombros a todo
el género humano; por ello no serán juzgadas con
severidad, sino que Tu misericordia las acogerá cuando
llegue el momento de partir de esta vida.
Padre Eterno, vuelve Tu mirada
sobre las almas que alaban y honran Tu Atributo Supremo, Tu misericordia
infinita, guarecidas en el Piadosísimo Corazón
de Jesús. Estas almas viven el Evangelio con sus manos
rebosantes de obras de misericordia, y su corazón, desbordante
de alegría, entona cánticos de alabanza a Ti, Altísimo
Señor, exaltando Tu misericordia. Te lo suplico Señor:
muéstrales Tu misericordia, de acuerdo con la esperanza
y confianza en Ti depositada. Que se cumpla en ellos la promesa
hecha por Jesús, al expresarles que durante su vida, pero
sobre todo a la hora de la muerte, aquellas almas que veneraron
Su infinita misericordia, serían asistidas por El, pues
ellas son su gloria. Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA OCTAVO
Por las almas que
estén en el purgatorio
Misericordiosísimo Jesús,
que exclamaste ¡misericordia!, introduzco ahora en el seno
de Tu Corazón desbordante de misericordia las almas del
purgatorio, almas que tanto aprecias pero que, no obstante, han
de pagar su culpa. Que el manantial de Sangre y Agua que brotó
de Tu Corazón apague las llamas purificadoras para que,
también allí, el poder de Tu misericordia, sea
glorificado.
Padre eterno, mira con ojos
misericordiosos a estas almas que padecen en el purgatorio y
que Jesús acoge en Su Corazón, desbordante de piedad.
Te suplico, por la dolorosa Pasión que sufrió Tu
Hijo, y por toda la amargura que anegó Su sacratísima
alma: muéstrate misericordioso con las almas que se hallan
bajo Tu justiciera mirada. No los mires de otro modo, sino sólo
a través de las heridas de Jesús, Tu Hijo bien
amado; porque creemos firmemente que Tu bondad y compasión
son infinitas. Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia.
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DÍA NOVENO
Por las almas tibias
Piadosísimo Jesús,
que eres la Piedad misma. Traigo hoy al seno de Tu Compasivo
Corazón a las almas enfermas de tibieza. Que el puro amor
que Te inflama encienda en ellas, de nuevo, la llama de tu amor,
y no vuelva el peso muerto de su indiferencia a abrumante con
su carga. ¡Oh, Jesús!, todo compasión, ejerce
la omnipotencia de Tu Misericordia, y atráelas a Ti, que
eres llama de amor viva y haz que ardan con santo fervor, porque
Tú todo lo puedes.
Padre Eterno, mira con ojos
misericordiosos a estas almas que, a pesar de todo, Jesús
cobija en el seno de su Corazón lleno de piedad. Padre
de Misericordia, te ruego, por los sufrimientos que Tu Hijo padeció,
y por sus tres largas horas de agonía en la Cruz, que
ellas también glorifiquen en el mar sin fondo de Tu misericordia,
Amén.
Terminar con la corona
de la divina misericordia. |