ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios misericordioso,
que nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo
perfecto de humildad, de mortificación y de caridad; y
sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con que
os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro
Reino, entre los coros de los ángeles! Miradnos compasivo
y hacednos sentir su intercesión poderosa.
Y tú, beatísimo Martín, que viviste sólo
para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito
fuiste siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso
a los que, admirando tus virtudes y reconociendo tu poder, alabamos
el Señor, que tanto te ensalzó. Haznos sentir los
efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor,
que tan fielmente premió tus méritos con la eterna
gloria. Amén.
Rezar a continuación
la meditación y la oración del día que corresponda:
DÍAS
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| 7 | 8 | 9
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DÍA PRIMERO
ORIENTACIÓN
Al instruirse el niño
Martín en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba
también a conocer a Dios que ya desde entonces vino a
ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego
bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano,
que en aquel tiempo no sólo sabían el arte propio
de la barbería, sino también el de curar las enfermedades
más Corrientes... Preveía Martín el bien
que podía prestar a sus prójimos, y así
gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil
a sus semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia
iba orientando a su Siervo, preparándolo para los fines
a que lo destinaba.
Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh feliz Martín,
que, contento en tu condición de hijo de una esclava,
te dejabas guiar por la mano de Dios ya en tu niñez; haz
que nos resignemos en todo a los designios de la Providencia!
A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor
y sus designios sobre nosotros. Tú nos enseñas
que si somos buenos con Él, Él será generoso
con nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente.
Ayúdanos tú, Martín bondadoso, y ruega por
nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el
Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos
de los siglos. Amén.
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DÍA SEGUNDO
FE EN DIOS
Era tan firme la fe de fray
Martín, que suspiraba pidiendo a Dios la gracia de morir
por defenderla. Por su parte empleaba el tiempo que le quedaba
libre, en enseñar la doctrina cristiana a los indios y
negros en Lima; luego se iba a Limatambo, distante media legua
de la ciudad, y a otras haciendas vecinas, donde enseñaba
a los humildes trabajadores y esclavos, consolándolos
en sus trabajos y enfermedades, e inspirándolos amor a
la Cruz. Hubiera querido multiplicarse, para llevar a todas partes
el conocimiento de Dios. El Señor le concedió la
gracia especialísima, de actuar al parecer a la vez en
dos lugares en cuya virtud, le vemos instruyendo y consolando
a los sufridos negros en el Africa y otros lugares apartados.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso fray Martín,
que desde tus primeros años aprendiste a andar por los
caminos del Señor, firme siempre tu fe en Dios, celoso
por su gloria y salvación de las almas; haz que vivamos
esa misma fe, como hijos de Dios que somos! Ruega por nosotros,
para que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos las
gracias particulares que sabes necesitamos, ya que tanto puedes
ante nuestro Rey Jesucristo, que vive y reina por los siglos
de los siglos. Amén.
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DÍA TERCERO
MORTIFICACIÓN
Fray Martín, no obstante
el conservarse en la gracia bautismal, se consideraba el peor
de los nacidos, e indigno del hábito que llevaba; y a
imitación de su Santo Patriarca, oraba casi toda la noche,
disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel.
No perdía ocasión de humillarse, gozando cuando
se veía despreciado o insultado. Cuando le honraban personas
distinguidas, corría a un lugar oculto, y se disciplinaba
duramente; si no se le proporcionaba lugar a propósito,
se abofeteaba diciendo:
-Pobre infeliz ¿cuando
mereciste?.., No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin,
que naciste para esclavo de estos señores, y que sólo
por amor a Dios pueden sufrirte tantos religiosos santos.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios misericordioso,
que nos diste al humilde fray Martín, como ejemplo de
penitencia y mortificación; sednos propicio y olvidad
nuestras infidelidades! Y tú, purísimo Martín,
que no sólo sufrías resignado tus trabajos y enfermedades,
sino que mortificabas duramente tu inocente cuerpo; alcánzanos
del Señor el espíritu de penitencia, con el cual,
al menos, suframos con alegría les mortificaciones de
nuestros semejantes y nuestros propios males, para que, purificados
de nuestros pecados, seamos aceptables a Dios y acreedoras a
tu poderosa protección. Amén.
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DÍA CUARTO
EL TAUMATURGO
Eran continuos los prodigios
del bienaventurado Martín socorriendo necesitados y curando
enfermos. Algunos eran remediados al invocarle estando ausente,
y otros con sólo tocar su ropa. Entre éstos, sucedió
que visitando a don Mateo Pastor, que le ayudaba en el socorro
de los pobres, se hallaba su señora, doña Francisca
Vélez, con un agudísimo dolor de costado sin conseguir
aliviarse con ninguna medicina. Al llegar el Siervo de Dios,
tomó el borde de su capa y lo acercó a la parte
dolorida, sintiéndose enteramente sana. Atónita
exclamó:
- ¡ Ah! Gran Siervo de
Dios es fray Martín pues el solo contacto de su ropa me
ha sanado.
Confundido fray Martín,
le dijo:
-Dios sólo ha hecho
esto, señora. Dé las gracias a Dios, pues yo soy
un miserable y el mayor pecador del mundo, Dios sea bendito,
que toma tan vil instrumento para consolarla a usted, y para
que no pierda su valor el hábito de mi padre Santo Domingo,
aunque lo lleve tan gran pecador como yo.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh glorioso San Martín;
bendecimos al Señor por el gran poder que se dignó
otorgarte concediéndote dominio sobre la vida y la muerte!
Animados por la generosidad con que derramas los dones de Dios,
recurrimos a Ti con la mayor confianza. Pide para nosotros más
fe, más amor a Dios y les gracias que necesitamos. ¡Todo
lo esperamos de tu intercesión! y por los méritos
de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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DÍA QUINTO
PADRE DE LOS POBRES
Por la prontitud con que socorría
fray Martín a los necesitados, le llamaban Padre de los
Pobres. En multitud de casos acudió milagrosamente al
que le llamaba, enfermo o necesitado. Entre otros, una pobre
a la que él solía socorrer, se vio necesitada,
con urgencia, de cierta cantidad. No pudiendo ir a encontrarse
con el Siervo de Dios, clamó en estos términos,
repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu socorro me falta, y no puedo
participarte la gran aflicción en que me hallo.
Al cabo de una hora se presenta
el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella
necesitaba, diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía
las necesidades de los pobres y sabía remediarlas.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
Glorioso San Martín,
siempre compasivo, padre de los pobres y necesitados; míranos
con piedad y ruega siempre por nosotros, que te invocamos con
fe absoluta en tu bondad y en tu poder. No nos olvides ante este
Dios, a quien siempre serviste y adoraste. Padre, Hijo y Espíritu
Santo, a quien nosotros también queremos servir y adorar
ahora y por toda la Eternidad. Amén.
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DÍA SEXTO
AMOR DE DIOS
Todo cuanto fray Martín
hacía en sus prácticas y obligaciones y en relación
con sus semejantes, era efecto de su amor a Dios. Cuando oraba,
pues, se hallaba como en su centro: con frecuencia perdía
el uso de los sentidos, quedando largo rato en éxtasis.
Muchos testigos dieron testimonio, de haberle visto repetidas
veces elevado algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la
Iglesia, y en la sala capitular conversando con la imagen de
Cristo Crucificado. Si a esto añadimos la sublimidad del
momento en que recibía a Jesús Sacramentado en
que se sentía como en una gloria anticipada, conversando
íntimamente con su Dios, no nos extrañará
el que, aceptando Dios tan grande amor, hiciera tan poderoso
a su fiel y amante Siervo.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios mío,
que tan generoso sois con quien os ama con sinceridad de corazón;
os amarnos, pero deseamos amaros más y más! Haced
que por intercesión de San Martín, aumente nuestro
amor a Vos. Y tú, Martín benditísimo, ruega
por nosotros, alcánzanos el amor puro de Dios, que nos
hará dulce el vivir según su ley. Consíguenos
también las demás gracias que sabes necesitamos
y esperáramos por tu intercesión poderosa y los
méritos de Nuestro Señor. Amén.
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DÍA SÉPTIMO
AL CIELO
Reveló Dios al bienaventurado
Martín el día y hora de su muerte mostrándose
él, desde entonces, más jovial y contento.
Cayó enfermo, y ya no
pensó más que en su Dios, sobre todo después
de recibir el Santo Viático, sin engreírle las
visitas que llegaban a su penitente lecho de tablas. Autoridades,
prelados, dignidades eclesiásticas y hasta el mismo Virrey
Don Luis Fernández de Bobadilla, iban a dar sus últimos
encargos para el Cielo a aquel humildísimo siervo fiel,
que con frecuencia estaba en éxtasis, arrobado en el amor
de Dios, a quien siempre había servido.
Se cantó el credo y
al decir aquellas palabras "se encarnó por el Espíritu
Santo de la Virgen María y se hizo hombre", acercó
al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos, y cerró
suavemente los ojos. Todos lloraban.. El Arzobispo exclamó:
Aprendamos a morir.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh dichoso San Martín,
que viste coronados tus trabajos, tus mortificaciones, tu caridad
y tu amor a Dios con una muerte feliz!, ¡ten compasión
de nosotros! Todos te lloran. Los necesitados y enfermos creen
perder un padre compasivo y el remedio de sus males, y dan rienda
a su dolor llorando tu muerte; pero luego ven que tú no
los abandonas; te llaman y tú sigues socorriéndolos
y aliviando sus males. El estar más cerca del Señor,
glorioso San Martín ha aumentado tu poder. Oye, pues,
también nuestras humildes súplicas, pidiendo al
Señor por nosotros para que atienda nuestros ruegos. Y
que nuestra muerte sea la de los justos por tu intercesión
y los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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DÍA OCTAVO
DESPUÉS
DEL TRANSITO
Después de la muerte
de fray Martín, los milagros se multiplican. El propio
Notario del proceso, don Francisco Blanca, se hallaba con una
llega en un pie, con gran hinchazón en la pierna y grandes
dolores. Tenía que actuar al día siguiente. Invocó
al Santo y al momento quedóse dormido; al amanecer se
halló perfectamente bien, sin hinchazón, y la llaga
seca y sana.
Entre otros prodigios, fueron
muchos los casos de señoras que, no pudiendo naturalmente
dar a luz lo consiguieron con felicidad al encomendarse al Siervo
de Dios fray Martín. Así aconteció a una
esclava de doña Isabel Ortiz de Torres, a doña
María Beltrán, otra señora de Arequipa,
desahuciada de los médicos, a la que aplicaron una carta
de fray Martín, y particularmente, a doña Graciana
Farfán de los Godos, a quien libró de una infección
y muerte segura.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh bienaventurado Martín!
Si, en la tierra vivías sólo para Dios y para tus
semejantes, hoy, que te hallas ya junto al trono de la bondad
y la misericordia, puedes disponer mejor de sus tesoros. Si aquí
conocías donde estaba la necesidad para remediarla, mejor
la ves desde el Cielo donde moras. Mira, pues, Martín
bondadoso, a los que a ti acudimos con la segura confianza de
ser oídos. No defraudes las esperanzas de los que nos
gozamos en verte ensalzado en la tierra, como Dios te ensalzó
llevándote a su gloria.
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DÍA NOVENO
APOTEOSIS
Examinada en Roma la portentosa
vida del Siervo de Dios fray Martín y a instancia del
Rey Felipe IV y de todos los elementos vitales de la ciudad de
Lima, envió el Pontífice las cartas remisoriales,
nombrando jueces apostólicos para formar el proceso solemne.
Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia en la Catedral,
en solemne función, con asistencia del Virrey, Arzobispo,
demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas
e inmensidad de público que no cabía en el gran
templo; todos derraman copiosas lágrimas de gozo, pues
se acercaba el tiempo de ver beatificado y canonizado a su querido
fray Martín. Unos y otros referían sus virtudes
y los milagros obrados por Dios para confirmar el concepto de
Santo en que todos le tenían.
Hecho el proceso, y firmado
por más de ciento sesenta testigos de hechos milagrosos,
se cerró y selló ante el pueblo. Emocionado el
Arzobispo derramando abundantes lágrimas, dijo: Así
honra Dios a este hombre de color que supo servirle y amarle
de corazón.
El 29 de octubre de 1837 fue
beatificado por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha sido el digno remate de un
laborioso trabajo intensificado en los últimos treinta
años. S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo
de los santos a fray Martín, el 6 de mayo de 1962.
Pídase la gracia
que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
¡Oh Dios, que tan gloriosamente
levantas a los abatidos y humildes, y tan generosamente premias
el sufrimiento y la caridad! Miradnos postrados ante Vos y glorificad
a vuestro humilde siervo San Martín, atendiéndonos
en nuestras súplicas. Y tú, hermano nuestro benditísimo,
que ya te ves glorificado ante el trono del Señor, ruégale
por nosotros, tanto más dignos de compasión cuanto
más necesitados. Consíguenos las gracias que te
pedimos, y que un día logremos la gloria del cielo, donde
vives bendiciendo a Dios en compañía de los Angeles
y Santos por toda la eternidad. Amén.
1. El autor de esta novena es E. Pérez
Hermida y fue publicada en un folleto por el "Secretariado
Martín de Porres" de Palencia. (España). [Volver] |