LITURGIA
DE LA EUCARISTÍA I ![[Ir al principio de esta página]](../imagenes/p_top.gif)
Presentación
de ofrendas - Plegaria Eucarística.
El segundo momento de la Misa
comienza con la preparación de la Mesa del altar para
el banquete eucarístico.
En la Última cena, Cristo
instituyó el sacrificio y el banquete pascual y encomendó
a sus discípulos que lo repitieran en conmemoración
suya.
![[Ofrenda del pan]](../imagenes/misa_ofrenda_2.jpg) En la
preparación
de los dones llevamos
al altar pan, vino y agua: los mismos elementos que Cristo tomó
en sus manos. Mientras el sacerdote o diácono recibe las
ofrendas, entonamos un canto, que simplemente
acompaña el momento. "Desde el principio, junto con
el pan y el vino para la eucaristía, los cristianos presentan
también sus dones para compartirlos con los que tienen
necesidad. Esta costumbre de la colecta, siempre actual, se inspira
en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos..."
(Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 1351).
Luego, el sacerdote se lava las manos, expresando así
su deseo de purificación interior.
En la Plegaria Eucarística se da gracias a Dios por nuestra salvación
y se hace la ofrenda del Cuerpo y Sangre de Cristo. Podemos distinguir
dentro de ella algunos elementos:
- Acción de gracias,
en la cual el sacerdote en nombre de todo el pueblo da gracias
por la salvación. Todos nos unimos a la alabanza incesante
de la Iglesia, cantando a Dios el Santo, que es el canto más
importante de la Liturgia de la Eucaristía. Se trata de
un canto de inspiración bíblica, tomado en su primera
parte del libro del profeta Isaías y en la segunda, del
Evangelio de Mateo. Con esta aclamación, cantamos nuestra
alabanza al
Dios
creador y salvador y exclamamos nuestro gozo por "el que
viene", Cristo Jesús.
- Epiclesis: la Iglesia pide
al padre que envíe su Espíritu Santo sobre el pan
y el vino, para que se conviertan por su poder en el Cuerpo y
Sangre de Cristo.
- Relato de la Institución
de la Eucaristía y Consagración: la fuerza de las
palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu
Santo hacen sacramentalmente presentes su Cuerpo y su Sangre.
- Anamnesis: hacemos memoria
del mismo Cristo, recordando principalmente su Pasión,
Resurrección y Ascensión. Luego, se presenta la
Padre la hostia
consagrada.
La Iglesia procura que los fieles aprendamos a ofrecernos a nosotros
mismos en este momento.
- Intercesiones: se expresa
que la Eucaristía se celebra en comunión con toda
la Iglesia, del cielo y de la tierra, y que la ofrenda se hace
por ella misma y por todos sus miembros, vivos y difuntos.
- Doxología final: se
expresa la glorificación de Dios ("Por Cristo, con
Él y en Él...") y se confirma y termina con
la aclamación del pueblo: Amén, que es el más
importante de toda la Misa, porque con él manifestamos
nuestra adhesión decidida a todo lo que el sacerdote ha
afirmado durante la Plegaria.
Esta extensa oración
es el centro de la Eucaristía. Aún así,
no siempre le damos la importancia que se merece.
LITURGIA
DE LA EUCARISTÍA II ![[Ir al principio de esta página]](../imagenes/p_top.gif)
Padre Nuestro
- Saludo de la paz - Fracción del Pan - Cordero de Dios
- Comunión - Saludo y Bendición final - Despedida
y Canto final
El Padre Nuestro es el primero de los pasos que nos prepara para
la Comunión. En esta oración pedimos el pan de
cada día, aludiendo también a la Eucaristía
e imploramos la purificación de los pecados. Los que vamos
a acercarnos a recibir al Señor, sólo nos atrevemos
a hacerlo desde una postura de mutuo perdón. La monición
(invitación del sacerdote a rezar) nos señala distintos
aspectos del sentido de esta oración en este momento de
la misa: que nos ha sido enseñada por el auténtico
maestro de la oración, que alimenta la fraternidad y la
unión de los que comulgaremos con Cristo, que renueva
la alegría de los hijos ante el Padre.
Sigue el Saludo de la paz, en el que imploramos la paz y la unidad para
la Iglesia y todos los hombres, y nos expresamos mutuamente la
caridad con un gesto de amistad y acercamiento.
Jesús
quiso manifestarse en el gesto de la Fracción del Pan. El Pan fraccionado es el cuerpo compartido
de Jesús. También significa que nosotros, por la
comunión de este Pan de Vida, nos hacemos un solo cuerpo.
Este gesto es acompañado por el canto del Cordero de Dios. Con este canto invocamos a Cristo
como Redentor, como Cordero que es entregado por todos nosotros,
al Cristo Pascual que ha vencido y en la comunión se nos
da como alimento.
El momento culminante de la
Eucaristía se da cuando la comunidad participa del Cuerpo
y Sangre del Señor. Todas las actitudes, palabras, canciones
y gestos quieren ayudarnos a expresar, alimentar y educar nuestra
actitud de participación consciente en este misterio.
Vamos a comulgar en procesión, manifestando
así que somos un pueblo en marcha, que camina y avanza
al encuentro con su Señor. El canto que acompaña
esta procesión, alegre y festivo, expresa lo que cada
uno vive en ese momento: la relación personal con Cristo
y la relación fraterna de todos los que se unen en él.
Cuando recibimos la comunión
se da un breve diálogo con el ministro que nos dice "El
Cuerpo de Cristo", a lo que respondemos "Amén".
Este Amén es una profesión de fe y en este momento
significa afirmar que reconocemos que estamos recibiendo al mismo
Cristo. Luego, como una justa y debida acción de gracias,
hay un momento de silencio, en el que también podemos
cantar.
La
celebración concluye con una bendición que el sacerdote, en nombre de Cristo, da a
toda la comunidad. Bendecir es decir "bien". Dios,
que es fuente radical de todo bien, cuando bendice es eficaz
en su gracia y en la salvación que da. Luego se despide al pueblo con una frase que no es
sólo de despedida, sino también de envío.
En esta despedida se disuelve a la asamblea para que regrese
cada uno a sus quehaceres alabando y bendiciendo a Dios. Respondemos
dando gracias, lo que ha sido a lo largo de la Eucaristía,
que significa precisamente "acción de gracias",
la actitud fundamental.
El canto final tiene el sentido de una salida gozosa, y acompaña
la salida de los ministros.
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