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ADORACIÓN EUCARÍSTICA
EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN [1]
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Siendo el pan una
comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole,
Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan,
no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en
la sagrada Comunión, sino también para ser conservado
en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestandonos
por este eficacísimo medio el amor que nos tiene.
San Alfonso
Mª de Ligorio
Visitas al Santísimo Sacramento, 2
Quiere El, para
el bien de las criaturas, que su cuerpo, su alma y su divinidad
se hallen en todos los rincones del mundo, a fin de que podamos
hallarle cuantas veces lo deseemos, y así en El hallemos
toda suerte de dicha y felicidad.
Santo Cura de
Ars
Sermón sobre el Jueves Santo |
En toda forma
de culto a este Sacramento hay que tener en cuenta que su intención
debe ser una mayor vivencia de la celebración eucarística.
Las visitas al Santísimo, las exposiciones y bendiciones
han de ser un momento para profundizar en la gracia de la comunión,
revisar nuestro compromiso con la vida cristiana; la verificación
de cada uno ante la Palabra del Evangelio, el asomarse al silencioso
misterio del Dios callado... Esta dimensión individual
del tranquilo silencio de la oración, estando ante él
en el amor, debe impulsar a contrastar la verdad de la oración,
en el encuentro de los hermanos, aprendiendo también a
estar ante ellos en la comunicación fraternal.
LA EXPOSICIÓN
La exposición
y bendición con el Santísimo Sacramento es un acto
comunitario en el que debe estar presente la celebración
de la Palabra de Dios y el silencio contemplativo. La exposición
eucarística ayuda a reconocer en ella la maravillosa presencia
de Cristo o invita a la unión más íntima
con él, que adquiere su culmen en la comunión Sacramental.
Habiéndose
reunido el pueblo y, si parece oportuno, habiéndose iniciado
algún cántico, el ministro se acerca al altar.
Si el Sacramento no se reserva en el altar de la exposición,
el ministro, con el paño de hombros lo trae del lugar
de la reserva, acompañado por acólitos o por fieles
con velas encendidas.
El copón
o la custodia se colocará sobre el altar cubierto con
mantel; mas si la exposición se prolonga durante algún
tiempo, y se hace con la custodia, se puede usar el manifestador,
colocado en un lugar más alto, pero teniendo cuidado de
que no quede muy elevado ni distante. Si se hizo la exposición
con la custodia, el ministro inciensa al Santísimo; luego
se retira, si la adoración va a prolongarse algún
tiempo.
Si la exposición
es solemne y prolongada, se consagrará la hostia para
la exposición, en la Misa que antes se celebre, y se colocará
sobre él altar, en la custodia, después de la comunión.
La Misa concluirá con la oración después
de la comunión, omitiendo los ritos de la conclusión.
Antes de retirarse del altar, el sacerdote, si se cree oportuno,
colocará la custodia y hará la incensación.
LA ADORACIÓN
Durante el
tiempo de la exposición, se dirán oraciones, cantos
y lecturas, de tal suerte que los fieles, recogidos en oración,
se dediquen exclusivamente a Cristo Señor.
Para alimentar
una profunda oración, se deben aprovechar las lecturas
de la sagrada Escritura, con la homilía, o breves exhortaciones,
que promuevan un mayor aprecio del misterio eucarístico.
Es también conveniente que los fieles respondan a la palabra
de Dios, cantando. Se necesita que se guarde piadoso silencio
en momentos oportunos.
Ante el Santísimo
Sacramento expuesto por largo tiempo, se puede celebrar también
alguna parte, especialmente las horas más importantes
de la Liturgia de las Horas; por medio de esta recitación
se prolonga a las distintas horas del día la alabanza
y la acción de gracias que se tributan a Dios en la celebración
de la Misa, y las súplicas de la Iglesia se dirigen a
Cristo y por Cristo al Padre, en nombre de todo el mundo.
O salutáris Hóstia
Quae caeli pandis óstium.
Bella premunt hostília;
Da robur fer auxiílium.
Uni trinóque Dómino
Sil sempitérna glória:
Qui vitam sine término,
Nobis donet in pátria.
Amen. |
Oh saludable Hostia
Que abres la puerta del cielo:
en los ataques del enemigo danos fuerza,
concédenos tu auxilio.
Al Señor Uno y Trino
se atribuye eterna gloria:
y El, vida sin término
nos otorgue en la Patria.
Amén. |
LA BENDICIÓN
Al final de
la adoración, el sacerdote o el diácono se acerca
al altar; hace genuflexión, se arrodilla y se incoa este
himno u otro cántico eucarístico:
Pange, lingua, gloriósi
córporis mystérium,
sanguinisque pretiósi,
quem in mundi prétium
fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
Nobis datus, ,nobis natus
ex intácta Vírgine,
et in mundo conversátus,
sparso verbi sémine,
sui moras incolátus
miro clausit órdine.
In suprémae nocte cenae
recúmbens cum frátribus,
observáta lege plene
cibis in legálibus,
cibum turbae duodénae
se dat suis mánibus.
Verbum caro pánem verum
verbo carnem éfficit
fitque sanguis Christi merum,
et, si sensus déficit,
ad firmándum cor sinçérum
sola fides súfficit.
Tantum ergo sacraméntum
venerémur cernui,
et antíquum documéntum
novo cedat rítui;
praestet fides supleméntum
sensuum deféctui.
Genitóri Genitóque
laus et iubilátio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio;
procedénti ab utróque
comparsit laudátio. Amen. |
Canta, lengua, el misterio
del cuerpo glorioso
y de la sangre preciosa
que el Rey de las naciones,
fruto de un vientre generoso,
derramó como rescate del mundo.
Nos fue dada, nos nació
de una Virgen sin mancilla;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez esparcida la semilla de su palabra,
terminó el tiempo de su destierro
dando una admirable disposición.
En la noche de la última cena,
recostado a la mesa con los hermanos,
después de observar
plenamente la ley
sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
como alimento para los Doce.
El Verbo hecho carne
convierte con su palabra
el pan verdadero con su carne,
y el vino puro se convierte
en la sangre de Cristo.
Y aunque fallen los sentidos,
baste sólo la fe
para confirmar al corazón
recto en esa verdad.
Veneremos, pues, inclinados
tan gran Sacramento;
y la antigua figura
ceda el puesto al nuevo rito;
la fe supla
la incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y júbilo,
salud, honor, poder
y bendición;
una gloria igual sea dada
al que de uno y de otro
procede. Amen. |
Mientras tanto,
arrodillado, el ministro inciensa el Santísimo Sacramento,
si la exposición se hizo con la custodia.
V. Les diste pan del cielo. (T.P. Aleluya).
R. Que contiene en sí todo deleite.
(T.P. Aleluya).
Luego se pone en pie y dice:
Oremos.
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial
de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de
tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amen.
BENDICIÓN
EUCARÍSTICA
Una vez que ha dicho la oración,
el sacerdote o el diácono toma el paño de hombros,
hace genuflexión, toma la custodia o el' copón,
y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal de
la cruz sobre el pueblo. (A continuación se pueden decir
las alabanzas de desagravio)
ALABANZAS
DE DESAGRAVIO
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del
Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
LA RESERVA
Concluida la bendición, el mismo sacerdote que impartió
la bendición u otro sacerdote o diácono, reserva
el Sacramento en el tabernáculo, y hace genuflexión,
en tanto que el pueblo si parece oportuno, puede hacer alguna
aclamación. Finalmente el ministro se retira.
1. El
texto reproducido aquí esta tomado del devocionario Oraciones
y Devociones del padre Jaime Socias y procede del Ritual completo
de los Sacramentos editado por Obra Nacional de la Buena Prensa,
México, 1976. [Volver]
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