ORACIÓN
A LA LLAGA
DEL CORAZÓN DE JESÚS
Oh dulcísimo
Jesús mío, sea la llaga de vuestro Sacratísimo
Corazón mi refugio, mi fuerza y protección contra
vuestra justa ira, contra el pecado, y en especial contra el
pecado mortal, contra los engaños de la carne, del mundo
y del demonio y defensa contra mí amor propio, contra
todos los males del cuerpo y del alma.
Sea vuestra
llaga sacratísima la tumba donde sepultar mis innumerables
pecados, los cuales detesto y aborrezco, echándolos en
el abismo abierto de esta santísima llaga, abierta por
el amor, para nunca jamás volverlos a ver.
Oh amabilísimo
Jesús, por la llaga de vuestro Corazón, concededme
una sola gota de esa sangre preciosísima que de él
fluye, como prenda de eterno perdón de mis pecados.
En esta llaga
profunda, escondedme y guardadme allí como prisionero
de amor; allí purificadme, disolvedme, cambiadme en un
amante de vuestro Corazón llagado.
Convertidme
en otro Corazón de Jesús, para que así no
piense, ni diga ni haga nada, sino lo que es de vuestro mayor
agrado. Así sea.
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SALUDOS
A LAS SANTAS LLAGAS
DE SANTA MATILDE
Llagas de mi
Jesús, os saludo. Os saludo en la omnipotencia del Padre
que os ha decretado; en ha sabiduría del hijo que os ha
sufrido y en la bondad del Espíritu Santo, que por vuestro
medio ha redimido el mundo. Os recomiendo mi alma. Protegedme
contra las asechanzas del tentador, en la vida y en la hora de
mi muerte. Así sea.
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SALUTACIÓN
A LA LLAGA
DEL HOMBRO DE JESUCRISTO [1]
Oh amantísimo
Jesús, Cordero mansísimo de Dios, yo, miserable
pecador, saludo y venero la llaga sacratísima del hombro
en que llevaste tu pesada cruz, que desgarró tu carne
y descubrió tus huesos causándote un dolor mayor
que el de cualquiera otra llaga de tu sacratísimo cuerpo.
Yo te adoro, oh afligidísimo Jesús: te alabo, bendigo
y glorifico, y te doy gracias por esta sacratísima y dolorosísima
llaga, rogándote por su excesivo dolor y por el enorme
peso de tu cruz, tengas misericordia de mí pecador, me
perdones todos los pecados mortales y veniales, y me conduzcas
al cielo por el camino de tu cruz. Así sea.
Dios mío,
mi único bien y mi todo. Vos sois todo para mi, sea yo
todo para vos.
1.
Refieren los anales del Claraval que San Bernardo en cierta
ocasión preguntó a Nuestro Señor, cuál
era el mayor y el más olvidado de sus dolores, y Nuestro
Señor se dignó contestarle: Yo tenía
en mi hombro, mientras llevaba mi cruz en la calle de la amargura,
una dolorosísima llaga, que me atormentaba más
que las otras, y que no es recordada por los hombres, porque
no la conocieron. Honra esta haga con tu devoción, y te
concederé cualquier cosa que me pidieres por su virtud
y mérito. Y en cuanto a todos aquellos que veneraren esta
llaga, yo les perdonaré todos los pecados veniales, y
jamás me acordaré de sus pecados mortales.
(Texto extraído de un folleto). [Volver]
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