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ORACIÓN
PARA IRRADIAR A CRISTO
(JOHN HENRY
NEWMAN)
Amado Señor,
Ayúdame
a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma
de espíritu y vida.
Penetra y posee
todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación
de la tuya.
Brilla a través
de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas
que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en
mi alma.
Haz que me
miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate
conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú;
a brillar para servir de luz a los demás a través
de mí.
La luz, oh
Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás
Tu, quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme
pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando
para quienes me rodean.
Haz que predique
sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza
contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente
plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.
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JESÚS
ES DULZURA Y AMOR
(SAN AGUSTÍN)
¡Oh Salvador
mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad! No piense
yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se
ama cualquiera otra cosa, ya no se os ama, ¡oh Dios mío!,
con verdadero amor. ¡ Oh amor lleno de dulzura, dulzura
llena de amor, amor exento de penas y seguido de infinidad de
placeres; amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los
siglos; amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar!
¡ Jesús, mi adorable Salvador, cuyas bondades, cuyas
dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como que sois
nada menos que mi Dios! Véame yo abrasado en vuestras
divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos
torrentes de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría,
pero de una alegría enteramente justa, enteramente casta,
pura, santa y seguida de aquella perfecta paz que solamente en
Vos se encuentra. Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor,
¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón
y de mi alma. No quiero, bien mío, no quiero en lo sucesivo
más amor que el vuestro. Amén.
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ORACIÓN
DE ENTREGA
(SAN IGNACIO
DE LOYOLA)
Tomad, Señor,
y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda
mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me disteis, a Vos,
Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello según Vuestra Voluntad. Dadme Vuestro
Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén. |