GOZOS DEL GLORIOSO
PATRIARCA Y ESPOSO DE MARÍA SAN JOSÉ
Pues sois santo sin igual
y de Dios el más honrado:
sed, José, nuestro abogado
en esta vida mortal.
Antes que hubieseis nacido,
ya fuisteis santificado,
y ab eterno destinado
para ser favorecido:
nacisteis de esclarecido
linaje y sangre real.
Sed, José...
Vuestra vida fue tan pura
que en todo sois sin segundo:
después de María, el mundo
no vio más santa criatura;
y así fue vuestra ventura
entre todos sin igual.
Sed, José...
Vuestra santidad declara
aquel caso soberano,
cuando en vuestra santa mano
floreció la seca vara;
y porque nadie dudara,
hizo el cielo esta señal.
Sed, José...
A vista de este portento,
todo el mundo os respetaba,
y parabienes os daba
con alegría y contento;
publicando el casamiento
con la Reina celestial.
Sed, José
Con júbilo recibisteis
a María por esposa,
Virgen pura, santa, hermosa,
con la cual feliz vivisteis,
y por ella conseguisteis
dones y luz celestial.
Sed, José..
Oficio de carpintero
ejercitasteis en vida,
para ganar la comida
a Jesús, Dios verdadero,
y a vuestra Esposa, lucero,
compañera virginal.
Sed, José...
Vos y Dios con tierno amor
daba el uno al otro vida,
Vos a El con la comida,
y El a Vos con su sabor:
Vos le disteis el sudor,
y Él os dio vida inmortal.
Sed, José...
Vos fuisteis la concha fina,
en donde con entereza
se conservo la pureza
de aquella Perla divina,
vuestra Esposa y Madre digna,
la que nos sacó de mal.
Sed, José
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DOMINGOS
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Rezar despacio, meditando
estos dolores y gozos:
PRIMER DOMINGO
El dolor: cuando
estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.
La alegría: cuando
el Arcángel le reveló el sublime misterio de la
encarnación.
Oh
castísimo esposo de María, glorioso San José,
¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón
en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais
abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla! Pero ¡cuál
no fue también vuestra alegría cuando el ángel
os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por
este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón
ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría
de una vida justa y de una santa muerte semejante a la vuestra,
asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro,
Ave y Gloria.
SEGUNDO DOMINGO
El dolor: al ver
nacer el niño Jesús en la pobreza.
La alegría: al
escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar
la gloria de esa noche.
Oh
bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido
para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor
que sentisteis viendo nacer al niño Jesús en tan
gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial
al oír el armonioso concierto de los ángeles y
al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por
este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de
esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles
y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.
Padrenuestro,
Ave y Gloria
TERCER DOMINGO
El dolor: cuando
la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión.
La alegría: dada
con el nombre de Jesús.
Oh
ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso
San José: la sangre preciosísima que el Redentor
Niño derramó en su circuncisión os traspasó
el corazón; pero el nombre de Jesús que entonces
se le impuso, os confortó y llenó de alegría.
Por
este dolor y este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo
pecado, a fin de expirar gozosos, con el santísimo nombre
de Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro,
Ave y Gloria. |