DÍAS
7 | 8 | 9
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DÍA SÉPTIMO
LA SUPLICA
Concededme, os lo suplico, el favor que solicito.
Comenzar con la oración
del Acordaos y la oración preparatoria para todos
los días.
MEDITACIÓN
Aunque fuese yo el único que os dirigiese mi súplica,
¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
la vista de mi fragilidad, de mis faltas, de mis ingratitudes,
no sería suficiente para destruir la filial confianza
que tengo en Vos, cerraría los ojos sobre mi indignidad,
y el clamor de mi alma llegaría hasta los pies de vuestro
trono.
Mas estoy muy lejos de encontrarme
solo suplicandoos.
Dichoso miembro de esta piadosa
y amada Asociación que os invoca bajo el hermoso título
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, tengo millones
de hermanos y hermanas que ruegan conmigo y por mí. Militan
en este nuevo ejército de cristianos, consagrados a Vuestra
gloria, muchos santos y obispos, llevando a su cabeza el Pontífice
supremo; legiones de misioneros y de sacerdotes, numerosos coros
de vírgenes, congregaciones enteras de religiosos, una
multitud de fieles de todas las edades y de todo mérito;
y esta grande familia extendida por toda la superficie de la
tierra no forma más que un solo corazón y una sola
alma; todas las intenciones están unidas y cada uno ruega
por las intenciones de todos.
Os ofrezco, pues, ¡oh
Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, todas las
oraciones de tantas almas fervorosas, y en consideración
de sus virtudes os suplico que concedáis el favor que
solicito...
Si nunca hubierais atendido
a los pecadores ¡oh mi buena Madre!, sería grande
mi temeridad en presentarme el primero; hay sin embargo algo
que me movería a hacerlo sin temor... Pero más
fácil sería contar las arenas de una playa que
calcular el número de pecadores favorecidos por vuestra
protección y atendidos en sus ruegos.
¿Y por ventura no, vemos,
¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!,
la prontitud con que nos colmáis de bienes en vuestra
amada Asociación?
iCuántos miles de acciones
de gracias suben diariamente hacia Vos de entre nuestros hermanos!
Cuántas curaciones consideradas
imposibles! ¡Cuántas conversiones notables que parecían
desesperadas!
Cúántas pruebas
auténticas de estas maravillas en vuestros Santuarios!
Cuántos exvotos, cuántas
inscripciones sobre el mármol publican vuestros favores!
¡Cuántas lámparas
y cirios encendidos en vuestro altar como testimonio de reconocimiento!
¿Queréis acaso,
¡oh María!, que sea yo el único que os invoque
en vano? ¿No querréis, antes bien, obligarme a
daros gracias y darme a conocer una vez más que sois verdaderamente
Nuestra Señora del Sagrado Corazón?
Terminar con la oración
del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora
del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces)
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DÍA OCTAVO
NO HAY DESAIRE
No, no puedo recibir de Vos desaire alguno
Comenzar con la oración
del Acordaos y la oración preparatoria para todos
los días.
MEDITACIÓN
Es muy poderosa María sobre el Corazón de su divino
Hijo para que no pueda alcanzarme la gracia que le pido. Roguémosle,
pues, que hable por nosotros al Corazón de su Hijo, como
nos lo aconseja San Bernardo.
«Sí, ciertamente,
oh María!, a Vos toca hablar a ese Corazón, a Vos
que tenéis en El un fiel corresponsal, quiero decir al
amor filial, que se adelantará a recibir al amor materno
y prevendrá sus deseos.»
¿Podréis Vos
temer recibir desaire alguno cuando habláis al Salvador?
Su amor intercede en favor nuestro, su misma naturaleza lo solicita
por nosotros; se accede fácilmente a los. ruegos cuando
se está ya vencido por el amor.
«Por esta razón,
María habla siempre con eficacia, porque habla a un Corazón
ya ganado enteramente, porque habla a un Corazón de Hijo...»,
dice San Bernardo.
«Interceded por nosotros,
¡oh Bienaventurada María! Vos que tenéis
en vuestras manos, sí, me atrevo a decirlo, la llave de
las bendiciones divinas. Vuestro Hijo es esta misteriosa llave
con la que se abren los tesoros del Padre Eterno» (Bossuet).
No, no puedo recibir desaire,
porque el negocio por el que acudo a Vos es importante, difícil,
desesperado, no tiene otro recurso sino vuestro poder, ¡oh
María! ioh mi soberana! Os suplico por lo que más
amáis, que me alcancéis del Corazón de Jesús
la gracia que solicito.
Terminar con la oración
del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora
del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces)
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DÍA NOVENO
LA ESPERANZA
Y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Nuestra Señora
del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos
y dignaos atenderlos. Así sea.
Comenzar con la oración
del Acordaos y la oración preparatoria para todos
los días.
MEDITACIÓN
Me postro a vuestros pies, oh Nuestra Señora del Sagrado
Corazón!, para dar fin a mi Novena de Preces, y siento
la necesidad de daros las gracias aun antes de conocer el resultado
de mis súplicas.
La paz que experimento, la
esperanza que va aumentado en mi alma, el amor más ardiente
que por Vos siente mi corazón, me hacen creer con razón
que no he solicitado en vano vuestro auxilio.
Habéis querido darme
una nueva prueba de vuestro amor: seáis por ello mil veces
bendita, ioh la mejor de todas las madres!, ¡oh la más
poderosa de todas las reinas!
Si, corno lo espero, mi súplica
es hoy atendida, nada será capaz de detener el transporte
de mi reconocimiento y el sentimiento de un vivo gozo; publicaré
vuestras alabanzas y diré muy alto que el medio más
seguro para alcanzar la gracia es dirigirse a Nuestra Señora
del Sagrado Corazón, y que es preciso acudir con toda
confianza a ese trono de la eterna misericordia.
Si el favor que imploro es
diferido por algún tiempo, lo esperaré con paciencia,
sin cesar de pedíroslo; lejos de desalentarme, renovaré
cada día con más ardor mis súplicas, porque
espero siempre en vuestra bondad y porque Vos sabéis mejor
que yo la hora y el momento en que me será más
útil recibir el objeto de mis deseos.
En fin, si Dios quiere permitir
que la gracia que pido me sea cambiada por alguna terrible prueba,
o por algún sacrificio no esperado, entonces, sobre todo,
ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, tendría
yo más necesidad de vuestra ayuda, para que renovarais
en mí el espíritu de fe y de resignación
cristiana, y me hicierais comprender que este misterioso proceder
de la Providencia se dirige a un bien mayor.
¡Oh mi celestial Protectora!,
he obrado con Vos como un niño con su muy amada madre;
os he dado a conocer mis padecimientos y mis temores, mis penas,
mis tentaciones, mi fragilidad, mis riesgos; me echo en vuestros
brazos; me entrego a vos, sé muy bien que no me dejaréis
perecer...
Oh Nuestra Señora del
Sagrado Corazón! Os suplico de nuevo oigáis mi
plegaria y me concedáis todas las gracias que he solicitado
durante esta Novena; extended vuestra protección sobre
mí y sobre todas' las personas que tantas veces os he
recomendado; alcanzadnos del Corazón de Jesús la
dicha de amarle aquí en la tierra y de reinar con El en
el Cielo. |