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Siglo I 4. NOVENA |
» Más información Icono de S. Joaquín y S. Ana PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh dignísimos abuelos de Cristo, Joaquín y Ana! Yo, miserable pecador, tengo grandísima confianza en vuestros méritos y seguro amparo, sabiendo que nada os negarán vuestro nieto e hija, Jesús y María. Y pues al presente me hallo con un singular anhelo y grave necesidad, he propuesto eficazmente implorar vuestro patrocinio, durante esta Novena, ofreciendo cada día alguna devoción a honra vuestra, para que por vuestra intercesión consiga yo el consuelo que deseo de la divina misericordia, siendo mi fin principal y lo que sinceramente pretendo, la mayor gloria de Dios y la salvación de mi alma. Quiera Su Divina Majestad, por vuestros altos merecimientos, escuchar piadosa mis ruegos, permitir que después de esta Novena logre yo lo que en ella fervorosamente le pido. Amén. Con humilde y devoto corazón
llego hoy por la primera (segunda, tercera etc.) vez a
vuestra presencia, ¡oh gloriosísimos abuelos de
Jesucristo, Joaquín y Ana: confiado os suplico seáis
mis fieles intercesores para con Dios, a fin de que por vuestras
heroicas virtudes me conceda lo que tanto deseo y vos no ignoráis.
¡Oh dichosísimo par, Joaquín y Ana, grandísima
es la confianza que en vos tengo, creyendo que el clementísimo
Dios no podrá negarse a mis instancias si os dignáis
de patrocinarlas y recomendarlas con una sola palabra, pues a
medida de la soberana honra con que el eterno Padre os ha ensalzado
entre todos los demás santos para dignísimos abuelos
de su Unigénito, será en el trono de su misericordia
poderoso vuestro amparo, y dichosos vuestros devotos! Si el Hijo
os aventajó, hasta admitiros por gloriosos padres de su
Madre Santísima no puede dejar de escucharos ahora en
el cielo, cumpliendo vuestras intercesiones; y si el Espíritu
Santo os ha reconocido por tan rectos, que entre todos los justos
de la ley antigua os escogió por manantiales de la gracia,
¿cómo os rehusará la que ahora pidiereis
para mí, pobre pecador? Y finalmente, si la Santísima
Trinidad os ha honrado en la tierra, más que a otros santos,
sin duda ahora en el cielo querrá complaceros y acceder
a vuestra súplica. Por esto vivo seguro, ¡oh santos
protectores míos, Joaquín y Ana! de que rogando
vos por mí infaliblemente, seré consolado en mi
trabajo. Oidme, piadosos abogados míos, y rogad a Dios
por mí. Llegad confiados al trono de la Santísima
Trinidad, representando mi aflicción con palabras lastimosas,
y lo que merecisteis en la tierra, y pedidle por su infinita
bondad que tenga misericordia de mí. ¡Oh amantísimos,
benignísimos y clementísimos patronos míos,
Joaquín y Ana, oid mi oración, alcanzándome
lo que pido; proponed mí necesidad! Os la encomiendo de
lo más profundo de mi corazón y ruego que os acordéis
piadosísimamente de ella. Hablad a vuestro dulcísimo
Nieto una sola palabra cariñosa por mí, diciendo: |
Comenzar con la oración inicial para todos los días. Después se meditará cada día uno de los nueve gozos que tuvieron San Joaquín y Santa Ana, diciendo:
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