ORACIÓN
I
¡Oh glorioso
patriarca Santo Domingo!, gloria de España, amparo de
la fe y fundador de la sagrada orden de los Predicadores. Tu
nacimiento fue lleno de prodigios divinos, tu niñez amable,
tu vida admirable, tu doctrina más del cielo que de la
tierra, con la cual, y con los ejemplos de tus heroicas virtudes
e innumerables milagros que el Señor obró por ti,
convertiste a la fe católica a innumerables herejes, reformaste
las costumbres extraviadas de los fieles, instituiste una orden
de varones apostólicos que sustentase la Iglesia que amenazaba
ruina, y llevase por la redondez de la tierra la doctrina del
Evangelio, resistiese a los enemigos de la fe y fuese sol y luz
del mundo.
Yo te ruego
y suplico, ¡oh padre santísimo!, que me alcancéis
la gracia de aquel Señor que te adornó de tantas
y tan grandes gracias y virtudes, para que yo te imite en la
pureza de mi alma y cuerpo, y en aquella ardentísima caridad
con que tan amablemente llorabas los pecados ajenos y te castigabas
por ellos, y quisiste ser vencido por rescatar el hijo de la
viuda, y deseaste y procuraste ser mártir por el Señor;
y aquella profundísima humildad y menosprecio del mundo,
en la penitencia, en la mortificación de mis pasiones,
en la oración y devoción a la Santísima
Virgen nuestra Señora, que tu en tan sublime grado tuviste,
para que siguiendo tus pisadas con tu favor, sea partícipe
de tus altos merecimientos y de la corona que tu posees en el
cielo. Amén.
__________
ORACIÓN
II
Gloriosísimo Padre mío
Santo Domingo, elegido de Dios para sus grandes designios en
el mundo, predilecto de la Reina de los cielos, cuyas glorias
y amor publicasteis y difundisteis, obtenednos nuevamente el
triunfo de la verdad sobre el error y apartad el brazo vengador
de la Divina justicia sobre los pecadores.
Vos, que fuisteis columna de
la Iglesia, alcanzad para ella eficaces y oportunos auxilios,
gran fervor y espíritu apostólico a sus ministros
y piedad y pureza de costumbres al pueblo cristiano.
Oh modelo de santidad y penitencia,
hijo fiel y amante de María, que merecisteis que esta
gran Señora cobijara en el cielo bajo su manto amoroso
a vuestros hijos, obtenednos de ella que sostenga nuestra debilidad
para no apartarnos en la tierra de las enseñanzas del
Evangelio.
Bendecid, Padre querido, a
nuestra Orden, sus casas religiosas, sus misiones, predicadores,
cofradías, patronatos, asilos, colegios y universidades.
Y ya que en la tierra fuisteis
poderoso en obras y doctrinas, sea también eficaz en el
cielo vuestra intercesión para alcanzarnos santa vida
y dichosa muerte. Amén.
__________
RESPONSORIO
A SANTO DOMINGO
Oh admirable esperanza la que
diste a los que te lloraban a la hora de tu muerte, prometiéndolos
que desde el cielo ampararías a tus hermanos.
Cumple, Padre, lo
que dijiste, socorriéndonos con tus plegarias.
Y, pues, tan esclarecido fuiste
en obrar milagros, curando enfermedades corporales, cura nuestras
almas enfermas y alcánzanos el amor de Jesucristo.
Cumple, Padre, lo
que dijiste, socorriéndonos con tus plegarias.
V. Ruega por nosotros, bienaventurado
Padre Domingo.
R. Para que seamos dignos de las promesas
de Cristo.
Oración. Oh Dios, que te dignaste iluminar
a la Santa Iglesia con los méritos y doctrina de Nuestro
Bienaventurado Padre Domingo, haz que por su intercesión
nunca le falten los auxilios temporales, y reciba siempre espirituales
incrementos. Por Cristo Señor nuestro. Amén. |