ORACIÓN
I
Querido Benjamín
de la Iglesia, abrasado serafín de la Compañía
de Jesús, cuyo sagrado instituto abrazasteis por orden
de la misma Reina de los Ángeles, haciendo para ello en
traje de peregrino un largo y penoso viaje. Hermoso Estanislao,
en cuyos dichosos brazos descansó el niño Dios,
trayéndote milagrosamente la salud y recreándote
con su dulcísimo presencia. Ángel en carne humana,
a quién repetidas veces los Espíritus angélicos
dieron milagrosamente el Pan de los Ángeles. Nobilísimo
joven, que niño secular contenías con vuestra modestia
a la juventud disoluta, y ya novicio de la Compañía
arrastrabais a otros con vuestro noble ejemplo a la más
sublime perfección. Tu, cuyo pecho abrigaba tanto fuego
de amor divino, que no cesó de abrasaron hasta consumiros,
haced, amabilísimo santo mío, que prenda en mi
corazón un centella de la llama celestial, que consumiendo
mi amor propio, purifique mi espíritu de manera que logre
después de este destierro , entregar mi alma en los brazos
de María Santísima, y reinar con Vos eternamente
en el cielo. Amén.
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ORACIÓN
II
Ángel
de pureza san Estanislao, me gozo contigo del insigne don de
inocencia virginal que adornó tu corazón sin mancilla,
y te suplico humildemente me obtengas fuerza para resistir a
la tentaciones impuras y una vigilancia continua para conseguir
la espléndida virtud de la pureza.
Ángel
de caridad san Estanislao, me gozo contigo de aquella ardiente
llama de amor que conservó siempre elevado y unido a Dios
tu corazón puro e inocente, y te suplico humildemente
me alcances tal fuego divino que consuma todos los afectos terrenos
y me inflame tan sólo el amor celestial.
Ángel
de pureza y caridad san Estanislao, me gozo contigo de tu muerte
dichosa, originada por el deseo de contemplar a María
el día de su asunción al cielo y causada por un
ímpetu amor hacia Ella; doy gracias a María por
haber querido escuchar tus deseos y te pido, por tu muerte dichosa,
que me alcances de la Santísima Virgen una muerte tranquila
bajo tu protección.
Oh Dios, que
entre las maravillas de tu sabiduría infundiste, aún
en la tierna edad, la gracia de una santidad madura; te suplicamos
nos concedas que, a ejemplo de san Estanislao, rescatando el
tiempo con fervorosa actividad, nos apresuremos para entrar en
el descanso eterno. Por Cristo nuestro Señor. Amén. |