ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS
Por la señal... Señor
mío Jesucristo.
Bendito, alabado y glorificado
seas por siempre, oh Dios Todopoderoso y Padre amorosísimo
de todas las amas, y muy en particular de las que gimen, abandonadas,
en este valle de lágrimas y miserias, como lo demostrasteis
con vuestro siervo y abogado mío, el Santo Juan Macías,
dándole por visible guía al discípulo amado
San Juan Evangelista. Yo os suplico me concedáis el favor
que os pido por esta novena, si es para vuestra mayor gloria
y bien de mi alma. Amén
Meditar a continuación
la reflexión del día que corresponda:
DÍAS
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ORACIÓN FINAL
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios!, que quisisteis
que floreciera el Santo Juan Macías por cl candor de las
costumbres, enriqueciéndole en su humilde vida con abundancia
de gracias; os rogamos nos concedas imitar de tal manera sus
virtud que, limpios de toda mancha, merezcamos llegar a nuestra
gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ave María Purísima. Sin pecado concebida. |
DÍA PRIMERO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Reconocimiento a los beneficios
divinos.
Soy cristiano y, por los mismo, dueño de un hermoso huerto
de fértil tierra, ricas fuentes, lluvias, vientos, hielos
y calores a su debido tiempo; hasta la escogida semilla se viene
a la mano: sólo hace falta nuestra cooperación
para obtener el deseado fruto. Este fruto es la paz del alma,
necesaria para alcanzar los bienes eternos; pues tales oficios
hacen las contrariedades, disgustos y enfermedades, refrigeradas
por las dulces aguas que brotan de los siete Sacramentos. Haced,
Señor, por mediación de vuestro Siervo, sepa reconocer
y daros gracias por tan singular beneficio.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA SEGUNDO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Conformidad con el propio
estado.
No es fácil la conformidad, pero es indispensable para
que el árbol de nuestra vida arraigue y dé frutos
saludables. Todos quisiéramos que nada nos faltara, mas
la experiencia nos dice que no es posible; que todos tengamos
derecho a ser iguales es una de tantas ofensas a la providencia
de Dios, que, con ser el hombre su obra maestra de la Creación,
puso a los ojos en el lugar más preferente, mientras que
a los pies los dejó a ras de tierra; el rostro, a vista
de todos, y, sin embargo, al corazón, fuente vital, lo
deja encerrado como en una cárcel. ¿Por qué
tanta desigualdad?
Convenzámonos de que
el cargo que nos haya cabido en la sociedad es el más
conveniente a nuestra santificación, si lo ajustamos a
los preceptos de Dios.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA TERCERO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Vida cristiana.
Verdad es que nos han bautizado, oímos misa en los días
festivos, cumplimos con el precepto pascual y asistimos a alguno
que otro acto religioso, con esto ya nos creemos verdaderos cristianos;
pero ¿podríamos llamar buen comerciante o buen
labrador al que rara vez abre su tienda o labra sus tierras?
No. Es necesario vivir como tales, cultivando las virtudes, reprimiendo
los vicios y amándonos todos como hermanos. Da verdadera
pena que llevemos este sagrado nombre y vivamos -!cuántas
veces !- odiándonos aun entre las mismas familias. Que
no sólo en el nombre, sino que también en las obras
puedan decir de nosotros que somos verdaderos hijos de Abraham.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA CUARTO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Del amor a Jesús
Sacramentado.
¿Qué diríamos de quien, estando cerca del
fuego y en su mano el calentarse, se consumiera tiritando de
frío? Igual reproche merece el que en la vida del espíritu
se ve cercado por los siete pecados capitales, es decir, hinchado
por la soberbia, consumido por la avaricia, embrutecido por la
gula, abrasado de la lujuria, y así de los demás,
y no se llega a Jesús en el Sagrario, que es, según
dice el P. Granada, consuelo de nuestra soledad, mantenimiento
de nuestras almas, medicina de nuestras llagas y escudo contra
todos nuestros enemigos. Si te es posible, no dejes de visitarle
todos los días en el Sagrario, y entonces experimentarás
cuán dulce y suave es el Señor.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA QUINTO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Devoción a Jesús
Crucificado.
"Si yo fuere levantado
de la tierra -dice el Señor-, todas las cosas las atraeré
a mi". No habrá hogar en España que, por derecho
de antigüedad, no tenga entronizado, en su mejor aposento,
el santo Crucifijo, el mismo quizá, que confortó
en los momentos difíciles a los seres queridos. Así
había de ser, porque sólo un Dios Todopoderoso
que sabe de dolores, puede valer de bálsamo a nuestras
heridas. Sea, pues, Jesús Crucificado el muro y puerto
donde se estrellen las olas de las pasiones y resguardamos de
las asechanzas de nuestros enemigos, y, en particular, nuestro
fiel consolador a la hora de la muerte.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA SEXTO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Devoción a María
Santísima.
Se divierten los niños con tal interés, como si
en el mundo no existiera más que ellos y sus juegos; pero,
al menor rasguño, brota en seguida de sus labios el dulce
nombre de !madre! Hasta los mayores, que ya no pueden gozar de
sus cariños, se desprende un dejo de mieles al recordarla.
Mas este amor, con ser muy grande, lleva mucho de interesado;
es un telón que, descorriéndolo, aparece la verdadera
Madre, nada terrena, pero que sabe de dolores y que está
pronta a escuchar y remediar nuestras dolencias. Es la Reina
y Señora dispensadora de todas las gracias. No dejemos
de invocarla diariamente con el rezo del santo Rosario o, al
menos, con tres Avemarías al acostarse.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA SÉPTIMO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Caridad para con los pecadores.
Dignos de compasión deben de ser los pobres pecadores,
y por lo general, ¿cómo se les compadece? Muchas
veces, con el desprecio; otras, criticando sus acciones, o, cuando
no, se les empuja estando al borde del precipicio. No, cristiano,
no; dale tu mano para sacarlo del vicio, suaviza sus miserias
si no está en ti el remediarlas: es nuestro hermano. Nunca
echemos en olvido que estamos formados del mismo barro, y, si
Dios nos deja de su mano, caeríamos en los mismos pecados
o en mayores quizás.
En nuestros sacrificios y oraciones
no los olvidemos para que el Señor los vuelva al verdadero
camino.
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DÍA OCTAVO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Amor para con los agonizantes.
Muchas batallas tenemos que sostener durante la vida, pero ninguna
más dura y decisiva como la de la hora de la muerte; en
ella nos va todo: honra, hacienda, amigos, hogar; pero nada es
esto en comparación del eterno porvenir: ese, para siempre,
ser infeliz o dichoso, es para temblar de pies a cabeza. Con
nuestras oraciones podemos hacer que el Divino Jesús incline
la balanza hacia el bien de muchos hermanos que, a no ser así,
serían arrojados al fuego eterno. Oremos, oremos por los
agonizantes.
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
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DÍA NOVENO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
Amor a las almas del Purgatorio.
Mientras vivimos, malo ha de ser que no haya quien de nosotros
no se compadezca al contemplar nuestras miserias; pero, ¡ay!,
una vez traspasemos los umbrales de la eternidad y transcurra
algún tiempo, puede ser se olviden de nosotros. No, no
suceda así; si con la vara que midiéremos seremos
medidos, seamos cuerdos, pidamos por las almas del Purgatorio.
Ofrezcámosles todos nuestros sacrificios, y Dios, que
las ama tanto, nos lo pagará con creces en esta y en la
otra vida. Que no se pase un solo día, y muchas veces
durante él, sin enviarles un «Jesús, María
y José, socorred a las almas del Purgatorio».
Pídase la gracia
que se desee conseguir. Terminar con la oración
final para todos los días.
1.
En la pagina Web de la Orden
de Predicadores se
puede leer una pequeña biografía de este popular santo
en Perú. [ Volver ]
2.
El autor de esta novena es Manes Luis Gomara, O.P. [ Volver ] |