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Con mi título de periodista recién obtenido, decidí realizar una gran entrevista, y mi deseo fue concedido, permitiéndoseme una reunión con Dios. Pasa,
me dijo Dios. ¿Así que quieres entrevistarme? Se sonríe por entre la barba y dice: Mi tiempo
se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿qué preguntas
quieres hacerme? Con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, dejó de hablar. Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio. Después de un largo tiempo, y para cortar el clima, le dije: ¿Me dejas hacerte otra pregunta? No me respondió con palabras, sino sólo con la ternura de su mirada. Como
Padre, ¿qué es lo que le pedirías a tus
hijos? Que aprendan que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos. Que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán. Que bastan
unos pocos segundos para construir heridas profundas en las personas
que amamos, y que pueden tardar muchos años en ser Que aprendan que perdonar se aprende practicando. Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo Que aprendan que el dinero lo compra todo menos la felicidad. Que a veces cuando están molestos tienen derecho a estarlo, pero eso no les da derecho a molestar a los que los rodean. Que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un tren de aterrizaje para lograrlos. Que los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado uno, ha encontrado un verdadero tesoro. Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros; algunas veces deben perdonarse a sí mismos. Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen. Que de lo que siembran, cosechan. Si siembran chismes, cosecharán intrigas; si siembran amor, cosecharán felicidad. Que aprendan que la verdadera felicidad no es lograr sus metas, sino aprender a ser feliz con lo que tienen. Que a pesar de que piensen que no tienen nada más que dar, cuando un amigo llora con ellos, encuentra la fortaleza para vencer sus dolores. Que retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja más rápidamente de ellos; y el dejarlas ir, las deja para siempre a su lado. Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos; el querer lo exige todo, el amar lo entrega todo. Que nunca harán nada tan grande para que Dios los ame más, ni nada tan malo para que los ame menos. Simplemente los amo, a pesar de sus conductas. Que aprendan que la distancia más lejos que pueden estar de Mí es la distancia de una simple oración...
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