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2. CIEN RÉQUIEM |
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem. Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma: Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz. En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes: JACULATORIA Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso. OFRENDA Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores. En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración: DE PROFUNDIS Desde el profundo abismo de
mis penas Estén gratos y atentos
tus oídos ¿Si siempre airado tus
divinos ojos Más la eterna palabra
de tu seno Así aunque mi alma acongojada
gime ¡Oh pueblo electo! De
mañana y noche, Porque es inagotable su clemencia;
Este Dios abrevie el tiempo Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos: ¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre. ¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio! |
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