ORACIONES
AL ESPÍRITU SANTO
PARA PEDIR SUS 7 DONES [1]
I
¡Oh Espíritu
Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones
y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría,
tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de
las terrenas.
Que sepa, con
el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia
y la belleza de la verdad cristiana.
Que, con el
don del Consejo, ponga los medios más conducentes
para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don
de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos
en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.
Que sepa con
el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien
y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños
del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el
don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa
devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente,
que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto
y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de
no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname,
sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda
mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar
y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina,
la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
II
Ven Espíritu Santo,
inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor.
Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre
mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles
el día de Pentecostés.
Espíritu de Verdad,
te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar
las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo
con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.
Espíritu Sempiterno,
te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con
la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar
mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te
ruego me llenes del don de Sabiduría, para que
saboree cada día más con qué infinito Amor
soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo;
actuando siempre movido por ella.
Espíritu Santificador,
te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo
con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas
a la santificación mía y de los demás.
Espíritu de Bondad,
te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con
todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud
y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.
Espíritu Omnipotente,
te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar
con constancia y confianza en el camino de la perfección
cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Espíritu de Majestad,
te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme
llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza
en el uso de las criaturas.
Divino Espíritu, por
los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu
Esposa, María Santísima, te suplico que vengas
a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones,
para que, iluminado y confortado por ellos, viva según
tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar
eternamente tus infinitas misericordias. Amén.
III
Amor infinito
y Espíritu Santificador:
Contra la necedad,
concédeme el Don de Sabiduría, que me libre
del tedio y de la insensatez.
Contra la rudeza,
dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas,
nieblas, desconfianzas.
Contra la precipitación,
el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones
e imprudencias.
Contra la ignorancia,
el Don de Ciencia, que me libre de los engaños
del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero
valor.
Contra la pusilanimidad,
el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía
en todo caso de conflicto.
Contra la dureza,
el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia,
crueldad y venganza.
Contra la soberbia,
el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad,
ambición y presunción.
__________
REY
CELESTE
Rey celeste,
Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás
presente en todas partes y lo llenas todo, tesoro de todo bien
y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos
y sálvanos, Tú que eres bueno.
1.
"El hombre justo que ya vive la vida de la divina gracia
y opera por congruentes virtudes, como el alma por sus potencias,
tiene necesidad de aquellos siete dones que se
llaman propios del Espíritu Santo. Gracias a estos el
alma se dispone y se fortalece para seguir mas fácil y
prontamente las divinas inspiraciones: es tanta la eficacia de
estos dones, que la conducen a la cumbre de la santidad; y tanta
su excelencia, que permanecen intactos, aunque mas perfectos,
en el reino celestial. Merced a estos dones, el Espíritu
Santo nos mueve y realza a desear y conseguir las bienaventuranzas,
que son como flores abiertas en la primavera, cual indicio y
presagio de la eterna bienaventuranza. Y muy regalados son, finalmente,
los frutos enumerados por el Apóstol que el Espíritu
Santo produce y comunica a los hombres justos, aun durante la
vida mortal, llenos de toda dulzura y gozo, pues son del Espíritu
Santo que en la Trinidad es el amor del Padre y del Hijo y que
llena de infinita dulzura a las criaturas todas". León
XIII, Enc. Divinum Illud Munus, 9-V-1897. [Volver]
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