RESPIRA
EN MI
(S. Agustín)
Respira
en mi
Oh Espíritu Santo
Para que mis pensamientos
Puedan ser todos santos.
Actúa
en mí
Oh Espíritu Santo
Para que mi trabajo, también
Pueda ser santo.
Atrae
mi corazón
Oh Espíritu Santo
Para que sólo ame
Lo que es santo.
Fortaléceme
Oh Espíritu Santo
Para que defienda
Todo lo que es Santo.
Guárdame
pues
Oh Espíritu Santo
Para que yo siempre
Pueda ser santo.
(Traducido del inglés
por Chickie Ortigas)
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ESPÍRITU
SANTO, ALMA DE MI ALMA
(P. José
Kentenich)
Espíritu
Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Ilumíname,
fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto
corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer
lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer
lo que debo realizar.
Dame a conocer
lo que debo sufrir.
Dame a conocer
lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar,
cargar y soportar.
Sí,
Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad
del Padre.
Pues toda mi
vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí
a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.
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ORACIÓN
AL ESPÍRITU SANTO
PARA ADQUIRIR EL SANTO BALANCE
Señor
concédeme:
-La serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar
-El valor para cambiar aquellas que puedo
-Y la sabiduría para conocer la diferencia.
Oh Espíritu
Santo, amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:
- lo que debo
pensar,
- lo que debo decir,
- como debo decirlo,
- lo que debo callar,
- lo que debo escribir,
- como debo de obrar.
Para procurar
vuestra Gloria, el bien de las almas y mi propia santificación.
Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi
voluntad. Señor dame el balance divino en mi vida. Gloria
a ti Señor.
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ORACIÓN
DE JUAN PABLO II
AL ESPÍRITU SANTO [1]
Espíritu
Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido
profundo del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para
celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la
caridad que no espera recompensa.
Espíritu
de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía
de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús
de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo,
la culminación de la Historia.
Ven, Espíritu
de amor y de paz.
Espíritu
creador, misterioso artífice del Reino, guía la
Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía
el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras
la luz de la Palabra que salva.
Espíritu
de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva
la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la
plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad del
género humano.
Ven, Espíritu
de amor y de paz.
Espíritu
de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que
la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad
del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los
ministros ordenados colaboren juntos en la edificación
del único Reino de Dios.
Espíritu
de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad
para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario,
infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en
todos el compromiso por un mundo mejor.
Ven, Espíritu
de amor y de paz.
Espíritu
de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón,
orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio
de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo
con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas
se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu
de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la
Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles
a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos
de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
Ven, Espíritu
de amor y de paz.
A Ti, Espíritu
de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito,
alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
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ORACIÓN
DEL BEATO JUAN XXIII
AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu
Santo: perfeccciona la obra que Jesús comenzó en
mí. Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero ser sencillo,
lleno de amor a Dios y constantemente generoso.
Que ninguna
fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío, vaya
contra la justicia.
Que ningún
egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del
amor. Que la efusión de tu Espíritu de amor venga
sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero.
1.
Compuesta con ocasión del segundo año de preparación
al Jubileo del año 2000. [Volver]
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