DÍA PRIMERO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Oh Corazón
de María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón
amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable
Trinidad, y digno de toda la veneración y ternura de los
ángeles y de los hombres; Corazón el más
semejante al de Jesús, del que sois la más perfecta
imagen; Corazón lleno de bondad y tan compasivo de nuestras
miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y
haced que estén enteramente encaminados hacia el del divino
Salvador. Infundid en ellos el amor de vuestras virtudes, inflamadlos
con aquel feliz fuego en que el vuestro arde de continuo. Guardad
en vuestro Corazón a la santa Iglesia, custodiadla y sed
siempre su dulce asilo y su torre inexpugnable contra todo asalto
de sus enemigos. Sed nuestro camino para ir a Jesús y
el canal por donde nos vengan todas las gracias necesarias para
salvarnos. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestro alivio
en las aflicciones, nuestro sostén en las tentaciones,
nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos
los peligros, pero especialmente en los últimos combates
de nuestra vida, en el momento de nuestra muerte, cuando todo
el infierno se desencadene contra nosotros para arrebatar nuestras
almas, en aquel terrible momento, en aquel formidable instante
del que depende nuestra eternidad. Ah, sí, oh Virgen piadosísima,
haced que entonces sintamos la ternura de vuestro maternal Corazón
y la fuerza de vuestro valimiento para con Jesús abriéndonos
en la fuente misma de la misericordia un seguro refugio, para
que podamos llegar a bendecirle con vos en el paraíso
por los siglos de los siglos. Así sea.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA SEGUNDO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Inmaculada
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra piadosísima,
humildemente nos postramos ante vuestra presencia y solicitamos
con toda confianza vuestro maternal patrocinio. La santa Iglesia
os llama la consoladora de los afligidos y a vos continuamente
recurren los atribulados en sus aflicciones, los enfermos en
sus enfermedades, los moribundos en su agonía, los pobres
en sus necesidades, y toda clase de necesitados en sus públicas
y privadas calamidades, y todos reciben de vos consuelo y ayuda.
Dulcísima
Madre nuestra, volved también a nosotros, míseros
pecadores, vuestros amables ojos, y acoged benignamente las plegarias
que os dirigimos con humildad y confianza. Socorrednos en todas
las necesidades espirituales y temporales, libradnos de todos
los males y especialmente del mayor de todos, cual es el pecado
y de todo peligro de caer; obtenednos de vuestro Hijo Jesús
todos los bienes, y particularmente el más excelente de
todos, la divina gracia. Consolad nuestra alma, tan angustiada
y afligida en medio de tantos peligros como nos amenazan, entre
tantas miserias y desgracias que nos cercan por todas partes.
Os lo pedimos por aquel inmenso júbilo que experimentó
vuestra purísima alma en la gloriosa resurrección
de vuestro divino Hijo.
Alcanzad tranquilidad
a la santa Iglesia, ayuda y sostén a su Jefe visible,
el Romano Pontífice, paz a los príncipes cristianos,
a las almas del Purgatorio refrigerio en sus penas, a los pecadores
el perdón de sus culpas y a los justos la perseverancia
en el bien. Acogednos a todos, tiernísima Madre nuestra,
bajo vuestra compasiva y poderosa protección, a fin de
que podamos virtuosamente vivir, piadosamente morir y lograr
la eterna bienaventuranza del Cielo. Así sea.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA TERCERO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Virgen bendita,
Madre de Dios, desde el Cielo, donde estáis sentada, como
Reina, volved benigna vuestra mirada hacia este miserable pecador,
vuestro siervo; quien, aunque penetrado de su indignidad, os
bendice y ensalza desde lo íntimo de su corazón,
como a la más pura, la más bella y la más
santa de todas las criaturas, en reparación de las ofensas
que os hacen las lenguas impías y blasfemas; bendice vuestro
nombre, bendice vuestras sublimes prerrogativas de verdadera
Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin mancha de pecado,
de corredentora del género humano; bendice al Eterno Padre
que os escogió de un modo particular por Hija; bendice
al Verbo encarnado que, vistiéndose de la humana naturaleza
en vuestro purísimo seno, os hizo Madre; bendice al Espíritu
divino que os quiso por esposa suya; bendice y ensalza a la augusta
Trinidad que os escogió y amó con tanta predilección,
que os exaltó sobre todas las criaturas a la más
sublime alteza.
¡Oh Virgen
santa y misericordiosa! Alcanzad el arrepentimiento a los que
os ofenden, y dignaos aceptar este pequeño obsequio de
vuestro siervo, obteniéndome de vuestro divino Hijo el
perdón de mis propios pecados. Así sea.
Para más obligar a la Stma. Virgen, récense
tres Avemarías con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra
Señora de las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar
con la oración
final.
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DÍA CUARTO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
¡Oh Virgen Santísima
y Reina de los Mártires, María, quién me
diera estar en el Cielo para contemplar los honores que recibís
de la Trinidad beatísima y de toda la Corte celestial!
Pero como todavía voy peregrinando por este valle de lágrimas,
dignaos aceptar también en mí, pecador e indigno
siervo vuestro, el homenaje más sincero y el acto más
perfecto de sumisión que puede ofreceros una humana criatura.
A vuestro Corazón, traspasado con tantas espadas de dolor,
confío desde hoy para siempre mi pobre alma. Asociadme
a vuestros dolores y no permitáis que huya jamás
de la Cruz en la que murió por mi salvación vuestro
unigénito Hijo. Con vos, oh María sufriré
todas las tribulaciones, contradicciones y enfermedades que agrade
a vuestro divino Hijo enviarme en esta vida. Todo lo ofrezco
a Dios en memoria de los dolores que sufristeis durante vuestra
vida mortal, de modo que cada pensamiento de mi mente, cada latido
de mi corazón, sean de aquí en adelante un acto
de compasión de vuestros dolores y de complacencia por
la gloria que gozáis ahora en el Cielo. Sí, amada
Madre, como yo me compadezco ahora de vos y me gozo de veros
tan glorificada, tened vos compasión de mí reconciliándome
con vuestro Hijo Jesús, a fin de que torne a ser vuestro
fiel y verdadero hijo. Cuando llegue el fin de mi vida, venid
a asistirme en mi agonía, como asististeis a la de vuestro
divino Hijo, para que, al salir de este penoso destierro, pueda
ir a participar de vuestra gloria en el Paraíso. Así
sea.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA QUINTO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Oh excelentísima, gloriosísima
y santísima María, siempre Virgen inmaculada, Madre
de nuestro Señor Jesucristo, reina del mundo y señora
de todas las criaturas, que a nadie abandonas, a nadie desprecias,
a nadie que a ti recurra con un corazón puro y humilde
despachas desolado, no me deseches a mí por mis innumerables
y gravísimos pecados, no me abandones por mis excesivas
iniquidades, ni tampoco por la dureza e inmundicia de mi corazón:
no apartes a este tu siervo de tu gracia y de tu amor. Escucha
a este miserable pecador que confía en tu piedad y misericordia;
socórreme, oh piadosísima Virgen María,
en todas mis tribulaciones, angustias y necesidades, y alcánzame
de tu amado Hijo, Dios omnipotente y Señor nuestro Jesucristo,
el perdón y remisión de todos mis pecados y la
gracia de tu temor y amor, juntamente con la salud y castidad
del cuerpo y la inmunidad de todos los males y peligros de alma
y cuerpo. En mi postrer momento sé mi piadoso auxilio,
y libra mi alma y las almas de mis padres, hermanos, hermanas
y amigos, consanguíneos y bienhechores y de todos los
fieles vivos y difuntos de las eternas tinieblas y de todo mal,
por Aquél a quien llevaste nueve meses en tu sacratísimo
seno y con tus santas manos reclinaste en un pesebre, nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que sea bendito por los siglos
de los siglos. Amén.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA SEXTO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Inmaculada Virgen, refugio
de los pecadores, vos que, para reparar las injurias hechas a
Dios y el mal causado al hombre por el pecado, habéis
consentido que muriera vuestro divino Hijo, sednos siempre propicia,
y desde el Cielo, donde reináis gloriosa, proseguid en
favor nuestro vuestra obra de celo y de amor. Nosotros queremos
ser vuestros hijos, mostraos vos también Madre nuestra.
Suplicad a Jesús, el divino Reparador, que, aplicando
a nuestras almas el fruto de su pasión y muerte, nos libre
de las ligaduras de nuestras iniquidades. Sea El nuestra luz
en las tinieblas, nuestra fuerza en las debilidades, nuestro
socorro en los peligros; y, después de habernos confortado
con su gracia y con su amor en el tiempo, nos conceda que lo
amemos y veamos y poseamos en la eternidad. Amén.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA SÉPTIMO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Santísima Virgen inmaculada,
Madre mía María, a vos que sois la Madre de mi
Señor, la reina del mundo, la abogada, la esperanza, el
refugio de los pecadores, recurro hoy yo, que soy el más
miserable de todos. Os venero, oh gran reina, y os doy gracias
por cuantos favores hasta el presente me habéis hecho:
especialmente por haberme librado del infierno tantas veces por
mí merecido. Os amo, Señora amabilísima;
y, por el amor que os profeso, prometo querer siempre serviros
y hacer cuanto pueda para que también de los demás
seáis amada. En vos pongo todas mis esperanzas, toda mi
salvación; aceptadme por siervo vuestro y acogedme bajo
vuestro manto, oh Madre de misericordia. Y ya que sois tan poderosa
para con Dios, libradme de todas las tentaciones, o bien, alcanzadme
la gracia de vencerlas hasta la muerte. Os pido el verdadero
amor a Jesucristo. Espero de vos el tener una buena muerte. Madre
mía, por el amor que a Dios tenéis, os suplico
que me ayudéis siempre, pero sobre todo en el último
momento de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis
ya salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias
por toda la eternidad. Así lo espero, así sea.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA OCTAVO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
¡Oh María, mi
dulce Madre y poderosa Reina! Tomad y recibid mi pobre corazón
con toda su libertad y su querer, con todo su amor y sus afectos
y con todas las virtudes y gracias de que pueda estar adornado.
Todo cuanto soy y valgo, Reina y Señora mía, cuanto
tengo y poseo en el orden natural y de la gracia, de Dios lo
he recibido por vuestra mediación y amor; en vuestras
soberanas manos lo deposito, para que vuelva a su nobilísimo
origen; porque si confesamos que sois el canal por donde nos
bajan las gracias del Cielo, también decimos que sois
el acueducto por donde vuelven a su manantial, sois el hilo conductor
que nos pone en comunicación directa con nuestro Padre
celestial, sois el camino inmaculado que nos lleva seguros al
corazón del mismo Dios. Tomad, pues, y recibid todo mi
ser, oh María, Reina de los corazones, y esclavizadme
con cadenas de amor, para que yo siempre sea vuestro y pueda
repetir con verdad: «Yo soy todo de Jesús por María».
A vos sólo quiero amar, Madre mía purísima,
prestadme vuestro corazón, dadme vuestro amor y el de
Jesús, que esto me basta para ser feliz en esta vida,
en muerte y por toda la eternidad. Amén.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final.
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DÍA NOVENO
Por la señal...
Señor mío Jesucristo...
Oración
preparatoria.
Gloriosísima Virgen,
Madre de Dios y Madre nuestra María, dirigid una mirada
de compasión hacia nosotros pobres pecadores, que apenados
por tantos males como en esta vida nos rodean, sentimos rasgársenos
el corazón ante tan atroces injurias y blasfemias contra
vos, Virgen Inmaculada, que tan frecuentemente nos vemos forzados
a oir. !Oh cuánto ofenden a la Majestad infinita de Dios
y de su Unigénito Hijo Jesucristo estas impías
palabras! !Cómo provocan su enojo y cuánto nos
hacen temer los efectos terribles de su venganza! Si con el sacrificio
de nuestra vida pudiésemos impedir tantos ultrajes y blasfemias,
muy gustosos lo haríamos, porque, Madre nuestra santísima,
deseamos amaros y honraros con todo el corazón, por ser
ésta la voluntad de Dios. Y precisamente porque os amamos,
haremos cuanto está de nuestra parte, para que seáis
de todos honrada y amada. Vos mientras tanto, oh Madre de piedad,
soberana consoladora de los afligidos, aceptad este acto de reparación
que os ofrecemos en nombre nuestro y en el de todas nuestras
familias, aun por los que, no sabiendo lo que dicen, blasfeman
impíamente de vos, a fin de que, alcanzando de Dios su
conversión, hagáis más manifiesta y gloriosa
vuestra piedad, vuestro poder, vuestra gran misericordia; y también
ellos se unan a nosotros para proclamaros la bendita entre todas
las mujeres, la Virgen Inmaculada, la piadosísima Madre
Dios.
Para más
obligar a la Stma. Virgen, récense tres Avemarías
con la siguiente jaculatoria: ¡Nuestra Señora de
las Lágrimas, rogad por nosotros!. Terminar con la oración final. |