ORACIÓN
MAS ANTIGUA
EN LENGUA CASTELLANA [1]
Con la ayuda
de Nuestro Dueño Cristo, Dueño Salvador el cual
Dueño está en la gloria y Dueño que tiene
el mando con el Padre, con el Espíritu Santo en los siglos
de los siglos.
Háganos
Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos
seamos. Amén.
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ORACIÓN
DE ROMANO GUARDINI
En Cristo se
nos ha abierto la hondura de la vida escondida de Dios. Su naturaleza,
palabra y obra tan llenas de la realidad de lo sagrado. Pero
de ella brotan figuras vivas: el Padre, en su omnipotencia y
bondad; el Hijo, en su verdad y amor redentor , y entre ellos,
el desprendido, el creador, el Espíritu.
Es un misterio
que supera todo sentido; y hay gran peligro de escandalizarse
de él. Pero yo no quiero un Dios que se ajuste a las medidas
de mi pensamiento y esté formado a mi imagen. Quiero el
auténtico, aunque sé que desborda mi intelectual
capacidad. Por eso, ¡oh Dios vivo!, creo en tu misterio,
y Cristo, que no puede mentir, es su fiador.
Cuando anhelo
la intimidad de la compañía, tengo que ir a los
demás hombres; y por más honda que sea la ligazón
y más hondo que sea el amor, seguimos, sin embargo, separados.
Pero tú encuentras tu propio «tú» en
ti mismo. En tu misma hondura desarrollas el diálogo eterno.
En tu misma riqueza tiene lugar el perpetuo regalo y recepción
del amor.
Creo, ¡oh
Dios!, en tu vida una y trina. Por ti creo en ella, pues ese
misterio cobija tu verdad. En cuanto se abandona, tu imagen se
desvanece en el mundo. Pero también, ¡oh Dios!,
creo en ella por nosotros, porque la paz de tu eterna vida tiene
que llegar a ser nuestra patria. Nosotros somos tus hijos, ¡oh
Padre!; tus hermanos y hermanas, Hijo de Dios, Jesucristo, y
tú, Espíritu Santo, eres nuestro amigo y maestro.
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ORACIÓN
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
DE JUAN PABLO II
1. Bendito
seas, Padre, que en tu infinito amor nos has dado a tu Unigénito
Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el seno
purísimo de la Virgen María, y nacido en Belén
hace ahora dos mil años.
Él se
ha hecho nuestro compañero de viaje y ha dado nuevo significado
a la historia, que es un camino hecho juntos, en el trabajo y
en el sufrimiento, en la fidelidad y en el amor, hacia aquellos
cielos nuevos y hacia aquella tierra nueva, en la que Tú,
vencida la muerte, serás todo en todos.
¡Alabanza
y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo
Dios!
2. Haz, Padre,
que por tu gracia el Año jubilar sea un tiempo de conversión
profunda y de alegre retorno a Ti; concédenos que sea
un tiempo de reconciliación entre los hombres y de redescubierta
concordia entre las naciones; tiempo en el que las lanzas se
truequen en hoces, y al fragor de las armas sucedan cantos de
paz. Concédenos, Padre, vivir el Año jubilar dóciles
a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo,
asiduos en la escucha de la Palabra y en la asiduidad a las fuentes
de la gracia.
¡Alabanza
y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo
Dios!
3. Sostén,
Padre, con la fuerza del Espíritu, el empeño de
la Iglesia en favor de la nueva evangelización y guía
nuestros pasos por los caminos del mundo para anunciar a Cristo
con la vida, orientando nuestra peregrinación terrena
hacia la Ciudad de la luz. Haz, Padre, que brillen los discípulos
de tu Hijo por su amor hacia los pobres y oprimidos; que sean
solidarios con los necesitados, y generosos en las obras de misericordia,
e indulgentes con los hermanos para obtener ellos mismos de Ti
indulgencia y perdón.
¡Alabanza
y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo
Dios!
4. Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo, purificada
la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa,
de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo
entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que
todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos.
Haz que a la
voz suplicante de María, Madre de las gentes, se unan
las voces orantes de los apóstoles y de los mártires
cristianos, de los justos de todo pueblo y de todo tiempo, para
que el Año Santo sea para todos y para la Iglesia, motivo
de renovada esperanza y de júbilo en el Espíritu.
¡Alabanza
y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo
Dios!
5. ¡A
Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo,
el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el
Espíritu que santifica el universo, la alabanza, el honor,
la gloria, hoy y en los siglos sin fin. Amén!
(De Juan Pablo
II, para el Jubileo 2000)
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ACTOS
DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD
Dios mío,
creo firmemente cuanto tú, verdad infalible, has revelado
y la santa Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo
en ti, único verdadero Dios, en tres personas iguales
y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo,
encarnado y muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará
a cada uno, según sus méritos, el premio o la pena
eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor,
aumenta mi fe.
Dios mío,
espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos
de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y las gracias
necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero
hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente.
Dios mío,
te amo con todo mi corazón, sobre todas las cosas, a ti,
bien infinito y mi eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi
prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas.
Señor, haz que yo te ame cada día más.
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OBSEQUIOS
Y ORECIMIENTOS
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
1. 0h beatísima
Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño
salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza
y para el cielo. Y también por amor vuestro procuraré
salvar las almas de mis prójimos.
2. Para salvar mi alma
y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina
ley. Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos,
y también procuraré que los demás la guarden.
3. Aquí, en la
tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después
lo haré con más perfección en el cielo;
y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso:
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Y también
procuraré que los demás os alaben. Amén.
V. Bendigamos
al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle
y ensalcémosle en todos los siglos.
Omnipotente
y sempiterno Dios, que concediste a tus siervos el conocer la
gloria de tu eterna Trinidad en la confesión de la verdadera
fe y el adorar la Unidad en tu augusta Majestad; Te rogamos,
Señor, que por la fuerza de esa misma fe nos veamos siempre
libres de todas las adversidades. Por Cristo, Señor nuestro.
Amén.
1. Se trata efectivamente
del primer texto conservado escrito en español, obra de
un copista anónimo del monasterio de San Millán
de la Cogolla en el siglo X. [Volver] |