1.
ORACIÓN PARA ANTES
DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
Mirad, oh amado y buen
Jesús, un pecador, postrado lleno de confianza a vuestros
pies. Mis pecados me llenan de temor y no encuentro otro refugio
que vuestro amantísimo Corazón. A la vista de ese
divino Corazón, la confianza vuelve otra vez a mi alma.
Soy, en verdad, oh Señor, el más ingrato de vuestros
hijos, que tan mal ha correspondido a vuestro amor, ofendiéndoos
a Vos, que sois mi Padre bondadosísimo. Ya no soy digno
de ser llamado hijo vuestro. Pero mi pobre corazón no
puede vivir sin Vos. Merezco un juez severo; pero en vez de esto,
encuentro un Dios, lleno de ternura y amor, clavado en la cruz,
por mi bien, y con los brazos abiertos, dispuesto a recibirme,
cual Padre amoroso.
Vuestras cinco
llagas son como otras tantas lenguas que me invitan al arrepentimiento
y hablan a mi pobre corazón: vuélvete, hijo mío,
vuélvete a Mi, arrepiéntete y no dudes de mi amor
y de mi perdón.
Acabad, oh
dulce Maestro la obra que en vuestra infinita caridad habéis
comenzado. Concededme un poco de aquel conocimiento y de aquel
dolor que Vos teníais de mis pecados, cuando en el huerto
de los Olivos sudasteis sangre a la vista de ellos, y caísteis
como muerto sobre vuestro sagrado rostro, para que yo comprenda
el peso y la malicia del pecado y conciba un verdadero dolor.
Iluminad mi entendimiento para que conozca claramente mis pecados.
Fortaleced mi voluntad para aborrecer mis pecados y arrepentirme
de todos ellos.
Oh María,
Madre de los dolores, ayudadme en esta grande tribulación
de mi alma.
Angel de mi
guarda, Patronos míos, rogad por mí, para que haga
una buena confesión. Así sea.
*
2.
ORACIÓN PARA DESPUÉS
DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
(acto de contrición)
Señor mío
Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío:
por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido,
y propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas
las ocasiones de ofenderos, confesarme, cumplir la penitencia
que me fuere impuesta; os ofrezco mi vida, mis obras y trabajos
en satisfacción de todos mis pecados, y así como
os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad
y misericordia infinita me los perdonaréis por los méritos
de vuestra preciosa Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis
gracia para enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio
hasta el fin de mi vida. Así sea.
¡Mi Jesús,
azotado en la columna por mis deshonestidades! ¡Mi Señor,
coronado de espinas por mis malos pensamientos! ¡ Mi Dios
agonizando de pena en el huerto, por mis ingratitudes! ¡El
Rey del cielo y tierra tenido por loco y pospuesto a Barrabás
por mi soberbia! ¡El autor de la vida puesto en una cruz
por mis malditas culpas! ¿Y yo no lloro? Pero no, que
ya se enternece el corazón al considerar que yo fui causa
de tantos dolores; ya se angustia mi corazón; ya clamo
a las puertas de vuestra clemencia.
Dios mío,
fuente de misericordia, tened por bien, de limpiarme de mis pecados.
Pequé, Dios mío por flaqueza, contra Vos, Padre
Eterno, Todopoderoso; por Ignorancia, contra vuestro Unigénito
Hijo, Sabiduría infinita; y por malicia contra el Espíritu
Santo. Con estas culpas os ofendí, Trinidad Soberana.
Ayudadme, oh mi dulcísimo Jesús, con vuestra gracia
que todo lo puede. En Vos pongo toda mi confianza. Oh Jesús
mío, para Ti vivo, para Ti muero, oh Jesús mío,
soy Tuyo en vida y muerte. Así sea.
*
3.
ORACIÓN PARA DESPUÉS
DE LA CONFESIÓN
Gracias, oh Padre Celestial,
gracias infinitas os doy, por el inmenso beneficio que acabáis
de concederme. Habéis purificado mi pobre alma con la
Sangre preciosísima de vuestro divino Hijo, mi buen Salvador.
Os ofrezco
esta mi confesión y mi penitencia en unión con
todos los actos de penitencia que hicieron todos los santos y
en especial la de nuestro Señor Jesucristo, su santísima
Madre y San José, pidiendo a vuestra bondad paternal que
os dignéis aceptarlos y hacerlos meritorios para mi eterna
salvación. Lo que haya podido faltar a la sinceridad de
mi preparación, a mi contrición y a la acusación
de mis pecados, lo pongo todo en el Corazón adorable de
mi buen Jesús, tesoro infinito de todo bien y de todas
las gracias.
Os ofrezco,
oh Padre Eterno el Corazón de vuestro divino Hijo, con
todo su infinito amor, todos sus sufrimientos y todos sus méritos
para digna satisfacción de mis pecados.
Madre dulcísima
de Jesús, María, acordaos que sois también
mi madre, Mi pobre alma os fue encomendada por Jesús mismo.
En la cruz fue El quien me os dio por Madre. Obtenedme, pues,
oh tierna Madre, la gracia de sacar de este santo sacramento
todos los frutos que Jesús quiere que yo alcance. Alcanzadme,
oh amabilísima Madre, por los dolores que sufristeis al
ser separado de Jesús, vuestro divino Hijo, un amor ardiente
y fiel a Jesús. ¡Muestra que eres mi Madre!
Angel de mi
guarda, mi dulce compañía; mis santos patronos
y todos los ángeles y santos de Dios, interceded por mí
y alcanzadme la gracia de cumplir fielmente con mis propósitos.
Así sea. |