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NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
2. ORACIONES ANTIGUAS [1]

Páginas: 1. Oraciones | 2. Oraciones antiguas
3. 
Novena: introducción | 4. Días 1 a 3 | 5. Días 4 a 6 | 6. Días 7 a 9
7. Novena breve


 

ORACIÓN ANTIGUA I

[Estampa francesa de 1867 titulada "La primera oración a Nuestra Señora de Lourdes"]Sed para siempre bendita, purísima Virgen, que os habéis dignado aparecer hasta diez y ocho veces, muy resplandeciente de luz, dulzura y hermosura en la solitaria gruta, y decir a la humilde niña que os contemplaba extasiada: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

Sed para siempre bendita por todos los extraordinarios favores que no cesáis de derramar en este lugar.

Por la ternura de vuestro Inmaculado Corazón, oh María, y por la gloria que ha dado la Santa Iglesia, os conjuramos para realicéis las esperanzas de paz que ha hecho nacer la proclamación del dogma de vuestra Inmaculada Concepción.

__________ 

 

ORACIÓN ANTIGUA II

 

[Estampa francesa de finales del siglo XIX en la que se conmemora la aparición de la Virgen a santa Bernardette el 25 de marzo de 1858]Purísima Reina de los ángeles; Águila real que llegaste a contemplar tan inmediatamente al Sol de increada Justicia, Jesucristo nuestro Señor; Aurora de la eterna luz, vestida siempre de los fulgores de la gracia; Centro del amor divino, donde halló su complacencia la Trinidad Beatísima; Ciudad santa, donde no entró cosa manchada, y fundada sobre los más altos montes de la santidad; Jerusalén celestial, ideada en la misma gloria e iluminada con la claridad de Dios. Por estos títulos de tu Concepción Purísima, te suplico, Reina mía, que cómo Águila real me ampares bajo las alas de tu protección piadosa; como Aurora de la gracia esclarezcas e ilumines con tus fulgores mi alma; como Centro del amor enciendas mi voluntad para que arda en el divino; y que me admitas benigna como a tu fiel morador en la Jerusalén triunfante, de la que eres Reina excelsa. Oye Señora mis ruegos, y por el gran privilegio de tu Concepción en gracia, concédeme fortaleza para vencer mis pasiones, y con especialidad la que más me combate; pues con tu intercesión y con el auxilio de la gracia, propongo emprender la lucha hasta alcanzar la victoria. Por mi Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

¡Virgen Santísima que de la dura peña hiciste brotar agua milagrosa, que sana las enfermedades del cuerpo y del alma! Arranca, poderosísima Señora, de nuestro endurecido corazón, lágrimas de verdadera penitencia, para que laven la lepra del alma, a fin de que el Señor nos perdone y levante de nosotros el azote de su indignación.



1. Ambas oraciones están recogidas en un antiguo devocionario en español publicado en París a finales del siglo XIX, es decir poco tiempo después de las apariciones de Lourdes (1858). La primera recibió la aprobación del obispo de Tarbes el 30 de octubre de 1867. [Volver]

Ilustraciones de la página: reproducción de dos estampas religiosas francesas del siglo XIX.


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