ORACIÓN DE SAN ATANASIO
DE ALEJANDRÍA
Doctor de la Iglesia. 295
- 373
2 de mayo
Oh Virgen, tu gloria supera
todas las cosas creadas. ¿Qué hay que se pueda
semejar a tu nobleza, madre del Verbo Dios? ¿A quién
te compararé, oh Virgen, de entre toda la creación?
Excelsos son los ángeles de Dios y los arcángeles,
pero ¡cuánto los superas tú, María!
Los ángeles y los arcángeles sirven con temor a
aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; tú,
sin embargo, hablas con él libremente. Decimos que los
querubines son excelsos, pero tú eres mucho más
excelsa que ellos: los querubines sostienen el trono de Dios;
tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos.
Los serafines están delante de Dios, pero tú estás
más presente que ellos; los serafines cubren su cara con
las alas no pudiendo contemplar la gloria perfecta; tú,
en cambio, no sólo contemplas su cara, sino que la acaricias
y llenas de leche su boca santa.
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ORACIÓN
DE SAN ILDEFONSO DE TOLEDO
Arzobispo de Toledo.
+667
23 de enero
Señora
mía, dueña y poderosa sobre mí, madre de
mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del que creó
el mundo, a ti te ruego, te oro y te pido que tenga el espíritu
de tu Señor, que tenga el espíritu de tu Hijo,
que tenga el espíritu de mi Redentor, para que yo conozca
lo verdadero y digno de ti, para que yo hable lo que es verdadero
y digno de ti y para que ame todo lo que sea verdadero y digno
de ti. Tú eres la elegida por Dios, recibida por Dios
en el cielo, llamada por Dios, próxima a Dios e íntimamente
unida a Dios. Tú, visitada por el ángel, saludada
por el ángel, bendita y glorificada por el ángel,
atónita en tu pensamiento, estupefacta por la salutación
y admirada por la anunciación de las promesas.
He aquí
que tú eres dichosa entre las mujeres, íntegra
entre las recién paridas, señora entre las doncellas,
reina entre las hermanas. He aquí que desde ese momento
te dicen feliz todas las gentes, te conocieron feliz las celestes
virtudes, te adivinaron feliz los profetas todos y celebran tu
felicidad todas las naciones. Dichosa tú para mi fe, dichosa
tú para mi alma, dichosa tú para mi amor, dichosa
tú para mis predicciones y predicaciones. Te predicaré
cuanto debes ser predicada, te amaré cuanto debes ser
amada, te alabaré cuanto debes ser alabada, te serviré
cuanto hay que servir a tu gloria. Tú, al recibir sólo
a Dios, eres posterior al Hijo de Dios; tú, al engendrar
a un tiempo a Dios y al hombre, eres antes que el hombre hijo,
al cual, al recibirle solamente al venir, recibiste a Dios por
huésped, y al concebirle tuviste por morador, al mismo
tiempo, al hombre y a Dios. En el pasado eres limpia para Dios,
en el presente tuviste en ti al hombre y a Dios, en el futuro
serías madre del hombre y de Dios; alegre por tu concepción
y tu virginidad, contenta por tu descendencia y por tu pureza
y fiel a tu Hijo y a tu esposo. Conservas la fidelidad a tu Hijo,
de modo que ni El mismo tenga quien le engendre; y de tal modo
conservas fidelidad a tu esposo, que él mismo te conozca
como madre sin concurso de varón. Tanto eres digna de
gloria en tu Hijo cuanto desconoces todo concurso de varón,
habiendo sabido lo que debías conocer, docta en lo que
debías creer, cierta en lo que debías esperar y
confirmada en lo que tendrías sin pérdida alguna.
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ORACIÓN
DE SAN VENANCIO FORTUNATO
Obispo de Poitiers.
535-605
14 de diciembre
Tu nombre es
digno de honor, oh María, bendecida en todo tiempo y obra
de arte que rinde alabanza a su experto artífice. Oh amable
doncella que has recibido el egregio mensaje angélico,
tú posees unos dones de belleza que sobrepasan los de
cualquier otra persona. Eres la más hermosa de las rosas
y tu candor es muy superior al de los lirios. Tú eres
la nueva flor de la tierra que el cielo cultiva desde lo alto.
Cristal, ámbar, oro, púrpura, esmeralda, cándida
perla, allí adonde llega el resplandor de tu hermosura
quedan envilecidos los más preciosos metales. La nieve
es vencida por tu blancura inmaculada, el sol sobrepujado por
la hermosura de tu cabellera; sus rayos, oh Virgen, palidecen
frente a tu belleza; el brillo del rubí se apaga y el
resplandor del lucero del alba queda oscurecido ante ti que en
todo momento aventajas a los astros del firmamento. |