DÍA PRIMERO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
¿Qué me dice
Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres Madre
de Dios. Ese Niño que descansa en Tus Brazos y que te
llama con inefable cariño Madre, es Dios, el Hijo de Dios,
Tu Verdadero Hijo
.. Así lo declaran esas letras
misteriosas que están al lado de las mejillas del Divino
Infante.
Te lo anunció el Arcángel
San Gabriel cuando te saludó llena de gracia y bendita
entre las mujeres
. Lo viste por primera vez cuando en la
cueva de Belén salió de Tus Purísimas Entrañas
como un rayo de la Divinidad
Tuviste la dicha inefable
de llevarlo en Tus Brazos y vivir toda Tu vida en Su compañía.
Ni en la cruz quiso que te apartaras de Él
.
¡Madre de Dios! A cada
hora, a cada instante, en todos los climas y bajo todos los siglos,
la Santa Iglesia cae rendida a Tus Plantas y proclama este título
excelso que es la base de todas Tus grandezas y el fundamento
de todos Tus privilegios: Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros.
Ante la gran Madre de Dios,
¿puede presentarse una ruin y pecadora criatura de este
mundo? Las puertas del palacio de los reyes y de los poderosos
cerradas están para los mendigos
, pero abiertas
están de par en par las puertas del palacio de María
para todos los pecadores y desgraciados. Y cuando más
pecadores y desgraciados son con más piedad y ternura
son recibidos.
Por eso, ¡oh Madre del
Perpetuo Socorro!, de la tierra vengo y sin más títulos
que mis miserias me he atrevido a presentarme ante Tu solio maternal
.
Aquí te traigo escrito con lágrimas y con sangre
el memorial de todas mis amarguras. Fíjate, Señora
y Madre mía, en la pena que hoy me trae hasta aquí
y verás que todo está perdido, que se han desvanecido
todas las esperanzas humanas. Sólo me quedas Tú.
También un día
la reina Ester, que era tu figura, se presentó triste
y llorosa ante el rey Asuero. "Señor -le dijo- si
he hallado gracia en tu presencia, te pido gracia para mi pueblo
injustamente condenado a muerte
." Y la compasiva reina
fue escuchada
.
Y yo te digo también
a Ti, Madre de Dios, Señora y Madre mía, ten piedad
de mí
. Estoy condenado al dolor, al hambre, al trabajo
y a las garras de las injusticias humanas.
Madre del Perpetuo Socorro,
nadie Te llamó y lo desamparaste. En Ti confío.
Rezar 3 avemarías
y terminar con las invocaciones y
oraciones finales para todos los días.
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DÍA SEGUNDO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
¿Qué me dice
Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres mi Madre.
El Hijo de Dios, que es a la vez Hijo Tuyo, descansa en Tus Brazos
.
El hijo pecador, que es el hombre, que en el dolor y en el amor
fue engendrado al pie de la cruz, reza a Tus Pies. ¡Soy
yo! Jesús busca Su consuelo y socorro en Tu Corazón
y aprieta Tus Manos maternales, y Tú, en Ellas, lo recibes
y lo llevas con amorosa complacencia
. ¡Es Tu Hijo!
Pero al verme rezando a Tus Plantas, cargado de pecados y abatido
bajo el peso de tantos males, me miras a mí
.¡y
que mirada la Tuya tan dulce y misericordiosa! Sólo las
madres miran así
.. No lo extraño
. ¡También
yo soy tu hijo!
Madre mía, si no tienes
brazos donde puedas llevarme, déjame que arrime mi frente
a Tu Corazón, que entre en Él y que allí
te cuente mis penas y te ofrezca mis plegarias. Los hijos no
necesitan emplear muchas palabras para que las madres se den
cuenta de los dolores que los matan y de las penas que los ahogan.
Mira, Madre mía, a este hijo tuyo, a quien las lágrimas
han arrastrado hasta Ti. Mírame y verás en la pupila
de mis ojos que estoy triste, que me asfixio entre sombras, que
estoy completamente solo, y que sin Ti la vida será imposible
..
Nunca con más verdad que hoy te he dicho: Madre mía,
sólo Tú me puedes salvar.
¿Me oyes? La fe me afirma
que sí y mi corazón halla en este pensamiento un
consuelo inefable. Me oyes, y Tu Corazón maternal se compadece
de mis miserias. Ahí tienes en Tus Brazos a Tu Hijo y
hermano mío Jesús; pídele por mí
.
Las oraciones de las madres siempre hallan eco en Su Corazón
.
Una madre, sólo con las lágrimas silenciosas, le
pidió que le devolviera al hijo que llevaban a enterrar
.
y volvió a la vida el muchacho. Otra madre se echó
a Sus Pies y le pidió piedad para su pobre hija, que estaba
atormentada del demonio
. En aquel momento Satanás
dejaba aquella alma que fieramente atormentaba.
¿Serás Tú,
Madre del Perpetuo Socorro, menos oída que aquellas madres
desoladas? Sólo pensarlo me parece un crimen. Di, pues,
a Tu Hijo: Hijo mío, esta alma está atormentada
de muchos males. Un dolor muy grande, sobre todo en estos momentos,
tortura su corazón. Óyela, cúrala, sálvala.
Madre mía, estoy en
Tus Manos y en las Manos de Jesús.
Rezar 3 avemarías
y terminar con las invocaciones y
oraciones finales para todos los días.
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DÍA TERCERO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
¿Qué me dice
Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres Corredentora
del mundo. En la magna procesión conmemorativa de la Redención
del linaje humano, avanzan los ángeles con los instrumentos
de la Pasión, y en medio, escoltados por todos los siglos
y por todos los hombres, amados, aclamados, venerados, avanzan
los dos únicos héroes de esta empresa divina: Cristo
Jesús y Tú, Madre mía.
No vivo entre sombras; camino
a la luz de los resplandores de la fe. Por eso, creo y confieso
que solo mi Dios y Padre Jesucristo me podía redimir.
Creo y confieso que, por glorificarte
a Ti y por otros fines altísimos dignos de la Sabiduría
Divina, te asoció a esta gran obra de la Redención
del mundo.
Creo y confieso que, habiendo
escogido Jesús, la cruz como instrumento de salvación,
no hay para nadie redención sin cruz.
Creo y confieso que mis dolores
y penas, las angustias del alma y los tormentos del cuerpo, son
los instrumentos benditos que la Providencia Amorosa emplea para
purificar mi alma, para expiar mis pecados, para labrar mi corona
eterna y para acercarme más a Jesús.
Pero también creo y
confieso que Dios en la vida sabe mezclar y santificar las tristezas
y las alegrías, y que nos lleva al cielo, a veces derramando
lágrimas, a veces cantando himnos de gratitud y de amor.
Adoro, Madre mía, los
planes divinos sobre mí. Permite, sin embargo, que te
diga como decía Mi Redentor en el Huerto de Getsemaní:
"Aparta de mí este cáliz
, cura mis dolores
,
remedia mis penas. Mira que el cáliz de mi corazón
rebosa de amargura
"
Madre mía, cúrame,
sálvame, y cantaré Tus Misericordias por los siglos
de los siglos.
Rezar 3 avemarías y terminar con las invocaciones
y oraciones finales para todos los días.
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DÍA CUARTO
Comenzar con la oración
preparatoria para todos los días.
¿Qué me dice
Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres por
disposición divina Dueña de todos los bienes de
Dios y Dispensadora de todas Sus gracias.
Cuando la Iglesia te llama
Madre de la Divina Gracia proclama que eres Madre de Jesús,
que es la Gracia y Vida del mundo
Cuando te dice Auxilio
de los cristianos, confiesa que eres amparo del pueblo cristiano
en los momentos más angustiosos de su historia.
Cuando Te llamamos Madre del
Perpetuo Socorro, reconocemos y confesamos que eres la Depositaria
de todos los bienes de Dios. No lo pudieras ser si Tu Misericordia
y Tu Poder no abarcaran todos los momentos de todos los hombres
hasta el fin del mundo.
Por eso vengo a Tus Plantas
y te suplico con todo mi corazón. Si acudo a los Santos,
ellos tienen que acudir a Tu Poder Omnipotente, si acudo a Jesús,
Jesús me envía a Ti, porque Él mismo Te
ha constituido Dispensadora de todos Sus bienes
Aquí estoy, aquí
me tienes llamando con fe y confianza a las puertas de Tu Misericordia.
Óyeme y exclamaré
con Tu gran siervo San Alfonso: "Todo lo bueno que de Dios
recibimos, lo recibimos por la intercesión de María".
Óyeme y mi corazón
agradecido repetirá con el Santo Pontífice Pío
X: "Confesemos que es Madre de Misericordia, porque todos
los bienes y todas las gracias que Dios concede a los desgraciados
hijos de Adán, dispuso la Divina Providencia que pasaran
por las Manos de la Virgen Santísima".
Óyeme y suspenderé
mi corazón al pie de Tu Santa Imagen, y mi lengua dirá
a todos los hombres: "Con la Virgen del Perpetuo Socorro
me vinieron todos los bienes. Bendita y glorificada sea, por
los siglos de los siglos".
Rezar 3 avemarías y terminar con las invocaciones
y oraciones finales para todos los días.
Días 5 a 9 de
la novena en la página siguiente
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