DÍA SÉPTIMO
San Judas, Predicador
de la Buena Nueva del Reino de Dios
Jesús entrenó
a San Judas y envió a él y a los demás a
las aldeas lejanas para predicar la Buena Nueva y para trabajar
por el reino de Dios. Después de la ascensión de
Cristo, San Judas se dedicó a continuar la obra del Señor
y se acordó de su mandato, "Vayan, pues, a las gentes
de todas las naciones, y háganlas mis discípulos;
bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les
he mandado a ustedes. Y sepan que yo siempre estaré con
ustedes hasta el fin del mundo." (Mt 28:19-20)
A veces pensamos que no estamos
llamados ni enviados; erróneamente pensamos que no tenemos
nada que ofrecer al mundo o que nos falta conocimiento o poder
suficiente para cambiar las cosas. Nos olvidamos que por el bautizo
recibimos una luz y fuimos comisionados igualmente como San Judas,
"Ustedes son la sal de la sierra.... la luz del mundo ....
Procuren que su luz brille delante de la gente para que viendo
el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está
en el cielo." (Mt 5:13-16)
San Judas sabía cómo
llevar la Buena Nueva de Jesús a otros. Aprendió
del Señor que cuando demos de comer a los hambrientos
o beber a los que tienen sed o vestimos a los desnudos o visitamos
a los enfermos o encarcelados, estamos haciéndolo a Jesús.
(Mt 25:31-46)
Valientemente San Judas anunciaba
la Buena Nueva del amor de Dios y con entusiasmo predicaba la
venida del reino de justicia, paz y amor. Recordaba las palabras
de Jesús en la última cena: "En el mundo,
ustedes habrán de sufrir, pero tengan valor; yo he vencido
al mundo." (Jn 16:33)
ORACIÓN
San Judas, tú dejaste tu casa
y viajaste lejos para llevar la Buena Nueva del amor de Dios
a todas las naciones. Predicaste con entusiasmo todo lo que habías
aprendido personalmente de las palabras y obras del Señor
Jesús. Tú valientemente enfrentaste la critica,
el rechazo y al final el martirio. Pide al Señor que envíe
al Espíritu Santo para que podamos ser fieles mensajeros
del amor, perdón y justicia de Dios a este mundo tan egoísta,
violento e injusto. Ayúdanos a ser la sal de la sierra
y la luz del mundo por la manera caritativa y compasiva que hablamos
y tratamos a los demás. Amén.
- Compromiso. Actuaré
según mi fe y llevaré la Buena Nueva de Jesucristo
a otros por mis palabras, obras y ejemplo.
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DÍA OCTAVO
San Judas, Abogado
en Casos Difíciles
San Judas fue más que
un seguidor de Jesús; era su primo y amigo. Su estrecha
relación con el Señor no solamente cambió
su vida sino que lo convirtió en un abogado fuerte para
nosotros. De Jesús llegó a comprender la profundidad
de la compasión y la fuerza del poder infinito de Dios.
Aprendió a no dudar de la sabiduría de Dios ni
desconfiar de la misericordia divina.
San Judas entendía que
todos queremos estar cerca de Jesús, ser su amigo, sentir
el calor de su amor, y experimentar su poder de curación.
San Judas escuchó a Jesús decir, "Yo les llamo
mis amigos porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre
me ha dicho. Ustedes no me escogieron a mi, sino yo los he escogido
a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que
ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo
lo que le pidan en mi nombre." (Jn 15:15-16)
A veces nos desesperamos del
amor de Dios o por lo menos dudamos que Dios nos oiga. Nos preguntamos:
¿Por qué me va mal? ¿Dónde está
el Señor cuando lo necesito?
Venimos a San Judas porque
creemos que él es un hombre de compasión quien
entiende que nada es imposible para Dios. Creyó lo que
Jesús le había dicho en la última cena,
"Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré."
(Jn 14:14) El oyó a Jesús decir, "...nada
es imposible para Dios." (Mc 10:27)
ORACIÓN
San Judas, tú eres el primo hermano
y amigo de Jesús. Al acompañarle en sus viajes
y verlo curar a los enfermos, aprendiste a sentir su compasión
infinita y a experimentar su gracia salvadora. Tú creíste
que él tiene las palabras de la vida eterna y el poder
sobre toda enfermedad y la muerte. Intercede por nosotros ahora
para que sintamos el cariño de su amistad, el calor de
su presencia, y el poder sanador de su espíritu. Ya que
nada es imposible para nuestro Dios, pidamos que él nos
cure de toda clase de enfermedad del cuerpo y del alma. Amén.
- Compromiso. Prometo animar
a alguien que se encuentra en una situación desesperada.
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DÍA NOVENO
San Judas, Fundador
de la Iglesia
Como uno de los doce apóstoles,
San Judas es un fundador de la Iglesia de Jesucristo. Dondequiera
que San Judas viajara, trató de organizar comunidades
en las cuales "todos los creyentes vivían unidos
y compartían todo cuanto tenían...repartían
sus bienes de acuerdo a lo que cada uno necesitaba. Acudían
al templo con mucho entusiasmo y con un mismo espíritu
y compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría
y sencillez." (Hechos 2:44-46)
San Judas creía en la
unidad e igualdad en la Iglesia. Como San Pablo, entendía
que "todos somos partes del Cuerpo de Cristo." (1 Cor
12:27). Porque todos somos iguales en Cristo, San Judas profesó
con San Pablo que "Ya no hay diferencia entre judío
y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque unidos a Cristo
Jesús, todos somos uno solo." (Gal 3:28)
Jesús prometió
a los apóstoles enviar a su Espíritu, el Abogado,
"para introducirlos a la verdad total." (Jn 16:13).
En Pentecostés, recibieron al Espíritu "como
un viento fuerte del cielo, "comenzaron a hablar en lenguas
y realizar maravillas de curación. (Hechos 2:24). Ellos
vencieron su miedo y predicaron con sabiduría y fuerza.
El Señor nos llama a
todos para ser miembros activos de nuestras comunidades parroquiales,
compartiendo nuestros dones y poniendo nuestros talentos al servicio
de los demás. Debemos superar nuestro miedo y egoísmo
para reforzar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Jesús
deseaba mucho que todos fuéramos uno como él y
su Padre son uno. Que trabajemos todos por la unidad e igualdad
entre todos los creyentes en Jesucristo.
ORACIÓN
San Judas, tú viajaste lejos
para llevar la Buena Nueva de Jesucristo a todas las naciones.
Tú reuniste a la gente en comunidades de fe para que pudieran
vivir el evangelio del Señor, compartiendo sus vidas y
recursos, uniendo sus corazones y mentes en Cristo. Tú
reconociste la dignidad de todos, la diversidad de dones, y la
igualdad entre todos los hijos e hijas de Dios. Intercede con
el Señor para que envíe a su Espíritu a
cada uno de nosotros y a nuestros líderes de la iglesia
para que podamos forjar una unidad e igualdad entre tanta división
y discriminación en nuestras comunidades eclesiales. Ayúdanos
a vencer nuestro miedo o egoísmo para poner nuestros dones
al servicio de nuestras hermanas y hermanos en nuestras iglesias
locales. Amén.
- Compromiso. Prometo hacer
algo para ayudar reforzar la Iglesia local, o sea, mi parroquia.
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