ORACIÓN
I
Santísimo Padre y Patriarca
San Ignacio, a quién Jesús escogió para
capitán de su sagrada Compañía, y adornó
con todas las virtudes que pedía este supremo cargo: ángel
en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de
tantos negocios de la mayor gloria de Dios y bien de las almas;
principado excelentísimo en la dirección de tantos
millares de espíritus felices; potestad poderosísima
para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud
prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación
suprema de la Compañía que formó tan dignos
ministros evangélicos y ahora continúa en formarlos
desde el cielo; trono elevadísimo, en quien descansó
la mayor gloria de Dios corriendo en vuestra fogosa alma por
todas las partes del mundo; sapientísimo querubín,
cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo, dictó
sabiduría celestial a su pluma; serafín fogosísimo
que aspiró en su vida y aspira continuamente desde el
cielo a encender todo el mundo en llamas del divino amor; abreviado
paraíso de todas las virtudes y gracias, que a competencia
formaron la heroicidad nunca bastantemente alabada de vuestra
grande alma: yo, Padre mío amantísimo, me gozo
de veros tan superior a cuantos elogios puede daros mi balbuciente
lengua, y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspirado de
una voluntad ansiosa de amaros y de que os amen todos los hombres.
Confiado en vuestras piedades, imploro vuestra benignísima
caridad para que me alcancéis que viva yo una vida verdaderamente
cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando
perfectamente la ley santa de Dios y los consejos evangélicos
que me pertenecen, y que no buscando en todas mis acciones otra
cosa que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte dichosa
en los brazos de Jesús, en el amparo de María santísima
y en vuestra presencia. Espero, Padre mío dulcísimo
y suavísimo, me alcancéis estas gracias tan importantes
para mi eterna salvación, y el favor que os pido en esta
novena, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho
de mi alma. Amén.
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su petición
ORACIÓN
II
¡Oh Dios, infinitamente bueno y misericordioso! Pues he
recibido de vuestra Majestad todos los dones naturales y sobrenaturales
que tengo, deseoso de ser en alguna manera agradecido a vuestras
misericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con esta
oferta familiar en el corazón y en los labios de mi glorioso
Padre San Ignacio:
"Tomad, Señor,
y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda
mi voluntad, todo mi haber y poseer; Vos me lo disteis, a Vos,
Señor, lo torno; todo es vuestro; disponed a toda vuestra
voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta."
ORACIÓN
III
Oh Dios, que para propagar
la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San
Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio: alcánzanos
que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra
hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por
Cristo nuestro Señor. Amén. |